Por Monserrat Rodríguez León*
Adoptar estilos de vida saludables es una prioridad para mejorar el estado de salud y prevenir la discapacidad en los adultos mayores.
Los hábitos adecuados de vida en esta etapa son fundamentales, ya que producto del proceso del envejecimiento, incrementa el riesgo de padecer enfermedades crónico-degenerativas con lo que disminuye progresivamente la calidad de vida.
El envejecimiento es un proceso fisiológico normal y durante éste se incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades crónico-degenerativas como la hipertensión arterial, diabetes mellitus, osteoporosis y enfermedad renal.
Mantener estilos de vida saludables durante esta etapa puede ayudar a prevenir y controlar la aparición de dichas enfermedades. La disminución de las actividades en la etapa geriátrica repercute de manera negativa en la capacidad funcional e independencia del adulto mayor.
Las decisiones alimentarias poco adecuada más el sedentarismo favorecen la aparición de enfermedades crónicas en esta población. Para contrarrestar el riesgo de adquisición y complicación de enfermedades es necesario realizar actividad física apropiada a la capacidad funcional que tiene cada persona. Es importante destacar que se requieren actividades de resistencia, fuerza, equilibrio y flexibilidad.
Algunos ejemplos de actividades adecuadas son bailar, caminar, nadar, utilizar ligas de resistencia, pararse en un solo pie, caminar sobre una línea con un pie detrás del otro y realizar ejercicios de estiramiento de espalda, brazos, muslos y tobillos.
Realizar actividad física de manera constante favorece el aumento de la circulación sanguínea que promueve mayor conectividad entre las neuronas, lo que ayuda a minimizar algunos trastornos que están relacionados con el proceso del envejecimiento.
La alimentación adecuada es otro factor de gran importancia para esta etapa, ya que se debe de cubrir principalmente el requerimiento de energía, vitaminas y minerales suficientes para las necesidades de los adultos mayores.
Es recomendable incluir frutas y verduras frescas que además aportan fibra, indispensable para la digestión. Además, se debe incluir proteínas como pollo, pescado y leguminosas diariamente, con la finalidad de preservar la masa muscular. La tortilla, la avena y el arroz integral deben incluirse en la alimentación para asegurar el consumo adecuado de energía.
Mantener una adecuada hidratación con agua simple ayuda a mantener en buen estado los riñones y prevenir problemas de deshidratación.
Se recomienda incluir dos vasos de leche al día para cubrir los requerimientos de calcio para mantener una adecuada salud ósea. Es importante adaptar la consistencia de los alimentos a las necesidades de cada individuo y evaluar si existen dificultades para la masticación por falta de piezas dentales o si existe un problema con la deglución de los alimentos.
De ser necesario, se recomienda optar por ofrecer alimentos con textura suave como purés, sopas y yogurt, con el fin de asegurar la alimentación y lograr los requerimientos de energía adecuados.
Continuar ofreciendo alimentos agradables en consistencia adecuada, asegura que la alimentación además de ser nutritiva sea agradable. Controlar el consumo de sustancias nocivas como el alcohol es importante para reducir el daño hepático y renal.
Asegurar tomar únicamente los medicamentos indicados por el médico también es importante para frenar el avance del daño del organismo.
Complementar adecuados hábitos de vida en combinación con la asistencia puntual a los chequeos de salud de manera preventiva es una prioridad para garantizar una mejora en la calidad de vida, prevención de discapacidad y bienestar del adulto mayor.
*La Mtra. Monserrat Rodríguez es directora de la carrera de Nutrición de la UAG.