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Celebran 30 años de la Cátedra Julio Cortázar con un diálogo entre Mariana Enríquez, Pilar Quintana, Cecilia Eudave y Julián Herbert, moderados por Karla Planter y Alfredo Sánchez/Foto: Cortesía UdeG

Las escritoras Mariana Enríquez (argentina), Cecilia Eudave (mexicana), Pilar Quintana (colombiana) y el narrador Julián Herbert (mexicano) se apoderaron de la Sala 2 del Conjunto Santander de Artes Escénicas (CSAE) para sostener un diálogo a propósito de las tres décadas de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar y que fue moderado por la Rectora del Centro Universitario de los Altos (CUAltos), doctora Karla Planter Pérez y el locutor y periodista Alfredo Sánchez.

Durante el diálogo, Planter Pérez y Alfredo Sánchez hicieron diversas preguntas sobre los escritores cumbre del boom latinoamericano, las acciones poco convencionales de la literatura y la cultura popular que ha sido la inspiración de muchos de los nuevos talentos.

Luego de que el maestro José Trinidad Padilla López, Presidente de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, diera la bienvenida a participantes y asistentes, los moderadores abrieron el panorama y retaron a las escritoras a pensar cómo hubiera sido su proceso creativo si algunas mujeres hubieran sido incluidas en los años del boom y cómo es que hoy en día el talento femenino permea las editoriales.

Mariana Enríquez, escritora, periodista y docente argentina, quien forma parte del grupo de escritores conocido como “Nueva narrativa argentina” ​del género de terror y​ llamada por algunos como “la Reina del terror”, fue tajante al decir que Cortázar se lee en las escuelas de su país. “Me inclino por la literatura de la imaginación, por lo fantástico, y Cortázar hacía eso, no siempre, no en las novelas, pero sí en los cuentos”.

La galardonada en 2017 con el Premi Ciutat de Barcelona en la categoría “Literatura en lengua castellana” por su libro Las cosas que perdimos en el fuego, compartió que a ella le gustan los escritores del boom latinoamericano, pero que no tiene una relación de paternidad con ellos: “No escribo ni en contra ni en favor de ellos, ni con la sombra, ni nada que se le parezca”, dijo Enríquez.

Ni siquiera le molesta demasiado la ausencia de mujeres escritoras en el boom, porque “creo que le perteneció a otra región que está marcada, yo diría, por un estado anímico que es muy diferente al que ahora ocurre. Después de los años 70 estamos hablando de escritores de una Latinoamérica que se proyectó como una región cultural, económica y socialmente, que miraba a un futuro mejor. Yo los leo y siento eso. De García Márquez y Carlos Fuentes siento ese optimismo, un vitalismo. Lo que ocurre después de las dictaduras y las grandes crisis económicas, los 70 y los 80 para mí es la total desintegración de cualquier tipo de gran narrativa latinoamericana, que hizo lo que llamamos el sueño latinoamericano. Cuando los países quedan desindustrializados, criminalizados, entonces la literatura que se hace después inevitablemente va a ser distinta, más diversa”.

Para la autora de Los peligros de fumar en la cama, el escritor que marcó a esa nueva etapa de la literatura fue el chileno Roberto Bolaño, del que dijo que en su libro Los detectives salvajes muestra diferentes voces, es un libro con un final abierto. De García Márquez y Carlos Fuentes, aunque los leyó con placer, dijo que no tiene una relación porque para ella pertenecen a otro momento histórico y psicológico; mientras que Cortázar, en cambio, quizá por la cercanía con el Río de la Plata o la absoluta heterogeneidad de su obra, o por ser argentino, lo siente más cercano, sobre todo porque era un escritor de distancias cortas, “y a mí eso me influyó muchísimo”.

“Yo me formé en bibliotecas públicas de rancho”, dijo el escritor Julián Herbert, poeta, novelista, cuentista y ensayista, músico, profesor y promotor cultural mexicano.

Al calificarse como un nerd, dijo que a los 18 años decidió leer toda la obra de García Márquez y Carlos Fuentes de manera cronológica, a quienes considera que representan una gran escuela de la técnica, más que una escuela política o social, y más que incluso la invención latinoamericana.

“Para mí fue interesante aprender, ver la técnica, con quienes estaban formados en esas lecturas, que, además, de alguna manera, leyeron mal, porque la habilidad de leer mal algo y deformarla es lo que creo que le confiere profundidad”, subrayó Herbert.

El autor de Canción de tumba y Un mundo infiel, destacó que “leer a los escritores del boom latinoamericano en este momento es preciso leerlos mal, porque si les lee bien está de güeva, tienes que deformarlos. En la medida en que uno puede deformar a García Márquez, a Fuentes o a Cortázar, su obra se vuelve mucho más interesante y más cercana”, dijo.

Concluyó al decir que justo el pensamiento político contemporáneo, la desinvención de Latinoamérica, es parte del proceso que necesitan los autores, y esta reticencia del mundo contemporáneo es una postura política seria, es confrontar, darle la espalda. “Yo no podría estar tan seguro de tener hoy una postura política”, declaró.

La escritora colombiana Pilar Quintana, ganadora del Premio Alfaguara de Novela del año 2021 por su novela Los abismos, compartió que a Gabriel García Márquez “lo leemos en el colegio”. Para ella la novela más importante del Gabo es Crónica de una muerte anunciada, que encontró de manera extraña porque estaba en medio de una biblioteca llena de revistas como Vanidades, Hola, Selecciones y de las historietas de Condorito. “Mis padres estaban separados, y yo me había quedado sin libro que leer, que escogía siempre de una enorme biblioteca de la casa de mi padre. Lo abrí y no dormí toda la noche; lo leí ocho veces seguidas. Para mí es un libro fundacional porque me dije: ‘Yo quiero hacer esto, quiero escribir algún día un libro que obsesione a alguien’”.

“Al igual que Julián Herbert, entendí que este libro fue para mí una clase magistral de escritura creativa. Todo lo que el escritor tiene que aprender para contar una historia está ahí, es una clase magistral de los tiempos narrativos. Crónica de una muerte anunciada es un retrato de la sociedad patriarcal, donde las mujeres y los hombres, por los roles establecidos, tienen que cumplir las reglas en contra de su voluntad”, añadió.

La escritora tapatía Cecilia Eudave, quien ganó el Premio Nacional de Novela Corta Juan García Ponce 2007, compartió que se dice que en el boom latinoamericano no había mujeres, pero es que estaban haciendo otra cosa, sentando las bases para lo que ahora están haciendo. Se trata de las primeras mujeres que se desligaron de esta gran novel total y que pudieron hacer novela intimista a su manera. No se debe olvidar a una querida Elena Garro, a Silvina Ocampo, entre otras muchas más, que estaban inmersas en hacer un trabajo literario y abrir brecha a muchas cosas.

Sobre los escritores del boom, Eudave subrayó que con Carlos Fuentes tiene una relación particular, ya que llegó a él con el consideró entonces el peor libro: Terra nostra.

“Me aventé las 800 páginas de un conocimiento increíble y al final me fascinó porque fue un reto constante, real, un desafío para el lector. Después leí Aura, una pieza redonda, fantástica”, indicó.

Eudave, autora de las novelas El verano de la serpiente y Bestiaria vida, concluyó que los escritores del boom latinoamericano nos dieron grandes lecciones para escribir, y dignificaron la literatura de este lado del mundo.