No hay Beneficio Para sus Comunidades, Advierte Investigador

Todos los Pueblos Mágicos de la Entidad Enfrentan un Proceso de Fetichización de sus Rasgos Identitarios a Cambio del Supuesto Crecimiento Económico y Desarrollo, Destaca Experto del CUAAD

Fotografía relevante a la nota.

El profesor de INCiudades, Carlos Crespo, destaca que estos sitios se han convertido en curiosidades y excentricidades, mas no en una experiencia cultural y de retribución económica, por lo que propone que se involucre a las comunidades en la toma de decisiones/Foto: Cortesía UdeG

Los doce pueblos mágicos de Jalisco enfrentan un proce­so de fetichización, es decir, la mercantilización de sus rasgos identitarios a cambio del su­puesto crecimiento económico y desarrollo, sin evidencia del impacto en las comunidades que validaron la denomina­ción.

El profesor investigador del Instituto de Investigación y Estudios de las Ciudades (INCiudades) del CUAAD, doctor Carlos Alberto Crespo Sánchez, cuestionó la ejecu­ción del programa Pueblos Mágicos, que ha derivado en un proceso de fetichización de las comunidades.

“Cuando los procesos de identidad anclados y el fuerte arraigo de una comunidad se traduce en productos y se mer­cantilizan se habla de una feti­chización desde la perspectiva del turismo y se pierden rasgos identitarios que los llevaron a dicha denominación”, explicó.

Dijo que esos valores exis­tían y, tras la institucionaliza­ción, se convirtieron en cu­riosidades y excentricidades de los pueblos traducidas en un producto, no en una expe­riencia, poco vinculada con la esencia de los ritos y el signifi­cado del lugar.

“Más allá del reconoci­miento institucional, la magia de los pueblos radica en su his­toria, en sus procesos, culturas, tradiciones. Es muy triste de­cirlo, pero quienes ayudan a la legitimación de la magia termi­nan desplazados, se convierten en desecho. Un ejemplo es San Cristóbal de las Casas (Chia­pas)”, apuntó Crespo Sánchez.

Además, un riesgo del pro­grama, apuntó el investigador del INCiudades, es la tenden­cia a la mercantilización sin impacto en las comunidades. “El mayor cuestionamiento no es el beneficio económico, que significa ingresos; lo que se cuestiona es a dónde va desti­nado el ingreso y, sobre todo, las consecuencias de esa direc­ción de los recursos, porque el programa plantea el apoyo di­recto a las comunidades en tér­minos económicos para fomen­tar prácticas esenciales para la vida cotidiana”, aseveró.

En la mayoría de los casos, subrayó, el costo es alto para la población receptora con el en­carecimiento de la vida y pro­cesos de división social tras el avance de los proyectos turísti­cos, sin la regulación de ambos procesos.

“Tienden a aumentar o fo­mentar procesos de segmenta­ción social, de segregación y el recrudecimiento de la margi­nalidad. No hay un organismo gubernamental encargado de regular los resultados bajos los cuales el actor privado aprove­cha la oportunidad de captar turismo y, para ello, aumentar el costo de vida de las perso­nas”, precisó.

Para subsanar los procesos entre los políticos y los empre­sarios, el investigador propuso involucrar a las comunidades en la distribución de las ganan­cias que se contemplan con la denominación de Pueblo má­gico.

“Involucrando a las comu­nidades en la toma de decisio­nes con respecto a los recursos que van ingresando; que no sólo desarrolladores inmobilia­rios o promotores turísticos se beneficien, también los grupos sociales que, históricamente, están encargados de dotar esa magia al sitio y que tienen que ser los principales beneficia­rios”, subrayó.

Aunque apuntó que se debe erradicar la idea de que lo eco­nómico significa desarrollo y progreso para las comunida­des, sino enclavado en lo sim­bólico y el territorio. “No todo crecimiento económico es de­sarrollo o los ‘recursos’ que se traducen en desarrollo y el pro­greso; hay que cuestionar esa idea porque en sí el progreso y el desarrollo de los pueblos no está ligado únicamente al tema económico, sino que está car­gada de procesos simbólicos y de entendimiento del territo­rio”, finalizó.

Pueblos mágicos en Jalisco

Los pueblos mágicos de Jalisco son: Tapalpa (2002), Tequila (2003), Mazamit­la (2005), San Sebastián del Oeste (2011), Lagos de Mo­reno (2012); Mascota y Talpa de Allende (2015); San Pedro Tlaquepaque (2018), Ajijic (2020), Cocula, Sayula y Te­macapulín (2023).

De acuerdo con la Secre­taría de Turismo federal, las localidades con la marca de Pueblo Mágico –una denomi­nación surgida en 2001–, cre­cieron a una tasa media anual de 5.5 por ciento.