Envejecimiento, Proceso que se Experimenta a lo Largo de la Vida

Las Decisiones que Tomamos a Cada Momento Tienen Repercusiones Todos los Días de Nuestra Vida Hasta el Final

Por Por Beatriz A. Corona Figueroa*

La mayoría de las personas creen que el envejecimiento comienza cuando cumplimos los 60 o 65 años y que nece­sariamente irá cargado de pro­blemas. Sin embargo, el enve­jecimiento es un proceso que se experimenta a lo largo de la vida y que comienza en etapas mucho más tempranas.

La primera recomendación para llegar con plenitud a la edad donde “oficial y legal­mente” somos adultos mayo­res, es justamente tener pre­sente que el envejecimiento es un fenómeno del curso de la vida y que el estado físico y mental con el que lleguemos es resultado, principalmente, de los hábitos y actitudes hacia la vida que tengamos previa­mente.

Sería equivocado decir que el estado general que tenga­mos al alcanzar los 60 años es algo que simplemente ocurrirá o surgirá el día que los cumpli­mos, sin atender a que, en mu­chos sentidos, nosotros cons­truimos la calidad de nuestro propio envejecimiento.

Muchas personas jóvenes creen que, hagan lo que hagan, tendrán las mismas condicio­nes de salud durante toda la vida, sin pensar que la huella de cuidado o descuido se hará más patente cuando corporal­mente ya no cuenten con los mismos recursos.

Y aunque las alternativas son variadas: dieta saludable, buen sueño, evitación de ex­cesos dañinos, actividad física reconfortante y, sobre todo, capacidad de crear armonía en nuestro interior y hacia nues­tro entorno, no siempre somos conscientes de que ellas son la única inversión viable para lle­gar a una vida satisfactoria.

Por lo que es importante seguir estos tips porque el ser humano, como especie y aún en condiciones ideales, no puede extender la vida mu­chos más años de los alrededor de 110-120 que nuestros ge­nes determinan y que también “programan” el momento y condiciones donde surgirán las potencialidades o el deterioro.

Si bien no podemos hacer mucho para modificar nuestra carga genética, sí podemos ha­cer mucho para reducir, retra­sar, paliar e incluso evitar un deterioro más temprano o de mayores alcances que el que habría que esperar.

Las personas vivimos más cada vez y no deberíamos bus­car llegar de cualquier manera a esa etapa, sino de la manera que más nos haga sentir plenos y realizados.

La sociedad occidental actual parecería tener fobia a todo lo que no sea joven, bello y funcional. Y muchas veces los estándares a seguir son ex­cesivamente crueles y deman­dantes para quien le preocupa cumplirlos, que, lamentable­mente son muchas personas. En el mundo actual hiperco­nectado, superficial, inmediato y lleno de confusiones es muy difícil sostener una identidad que resista tales embates.

Pocas personas reconocen que la identidad es la principal arma que construimos desde la infancia, que nos acompaña en todo momento, que es más im­portante que lo que el entorno nos dicta y que es la única que llevaremos hasta el fin de nues­tra vida e independientemente de nuestro estado físico.

Diversas corrientes teóricas de la psicología incluyen las etapas más avanzadas del de­sarrollo y coinciden en señalar que lo deseable es considerar que nuestra vida continúa has­ta el final, sea este a la edad que sea, y que no terminamos de aprender ni desarrollarnos sino hasta que llega el punto que estaba determinado para cada persona.

Una vez escuché una frase que decía: “a nadie le gusta en­vejecer, pero la alternativa nos gusta aún menos”, lo que sig­nifica que la única buena op­ción es hacer que ese envejeci­miento se presente de la mejor manera posible porque nadie puede saltarse esa etapa ni per­manecer en las anteriores.

Las orientaciones recientes de la psicología, como la Psi­cología Positiva, fomentan un viraje de un pensamiento de­rrotista y catastrófico del enve­jecimiento hacia uno positivo y adaptativo.

Así, las recomendaciones generales según este enfoque incluyen evitar el desánimo ante el paso de los años y en­contrar un significado a todo lo que nos acontece, cons­truir y mantener desde etapas tempranas vínculos sólidos con las personas que nos ro­dean, resignificar experien­cias, enfocarnos en planes y aceptar los acontecimientos con una visión con cierto au­todistanciamiento para que no reduzcan nuestro ánimo ni nuestra propia regulación. Independientemente de la edad que ahora tengamos, es nece­sario estar en contacto y con amor permanente con nuestro ser interior pues con esa mis­ma identidad disfrutaremos de cada una de las etapas y sere­mos capaces de hacer un ba­lance favorable como reflexión de nuestras vidas.

*La Dra. Beatriz Corona Figueroa es Coordinadora del Comité de Investigación del Decanato de Ciencias Sociales, Económico y Administrativas de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).