Por Jordi Oriola Folch

El 5 de julio el Tribunal General de la Unión Euro­pea (TGUE) ha desestimado el recurso de los políticos independentistas catalanes exiliados en Bélgica (los eurodiputados Carles Puig­demont, Toni Comín y Clara Ponsatí) contra el suplicato­rio del Parlamento Europeo para extraditarlos a España. Han perdido su inmunidad como eurodiputados.

Los independentistas ca­talanes esperaban ganar el recurso porque el Estado español está “persiguiendo políticamente” a los diputa­dos catalanes. Por ejemplo, los políticos que impulsaron la reforma de algunas leyes españolas reconocieron pú­blicamente que lo hicieron para poder extraditar a Puig­demont a España.

Después, también hay aspectos técnicos para inva­lidar el suplicatorio: Adrián Vázquez, del partido español anti-independentista Ciu­dadanos, se había colocado estratégicamente como pre­sidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parla­mento Europeo. Y tampoco podía ser neutral el ponente del suplicatorio, el búlgaro de extrema derecha Angel Dzhambazki, afín al partido de extrema derecha español VOX (que formó parte de la acusación en el juicio en Madrid que fue el origen del conflicto). Ambos habían he­cho proclamas públicas con­tra Puigdemont.

Pero esta derrota no es ex­traña, porque hasta ahora los independentistas han perdido todas las reclamaciones en el Tribunal General de la UE (TGUE, tribunal dedicado a las normas de las institucio­nes), pero han ganado todos los casos en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE, tribunal de rango su­perior, que está creando la ju­risprudencia europea). Ahora los eurodiputados catalanes presentarán un recurso en el TJUE, donde presumible­mente ganarán.

Y es que el independentis­mo catalán necesita ganar en Europa porque, dentro de Es­paña, el Estado juega sucio. Por ejemplo, las directrices de los servicios secretos españo­les tienen dos objetivos priori­tarios: el terrorismo islamista y ¡el independentismo cata­lán! ¿Cómo pueden apuntar hacia un movimiento pacífico, democrático y no delictivo? También el 1 de julio descu­brimos que España ha metido los independentismos catalán y vasco en una lista terrorista de la Europol como los “más activos y violentos” en el Es­tado español. El director de la policía europea, Jean-Phili­ppe Lecouffe, ha confirmado en el Parlamento Europeo, que ellos dan credibilidad a lo que les dicen los estados. Les consta que el independentis­mo catalán ha realizado 54 ac­ciones violentas: colocación de pancartas, manifestaciones ilegales, desórdenes públicos, cortes ferroviarios, daños a monumentos fascistas…

¿Eso es terrorismo o es libertad de expresión? El in­dependentismo catalán no ha causado ninguna muerte, ni siquiera ningún herido, a me­nos que contemos los heridos independentistas provocados por la policía española.

Y hablando de terrorismo, no toleramos que el Parla­mento español se negara a in­vestigar el atentado islamista del 17 de agosto de 2017 en Barcelona, porque existen al­gunos puntos muy oscuros: había policías españoles de­trás del grupo islamista que mató a 15 personas. La po­licía catalana actuó muy de­prisa y detuvo a los pocos te­rroristas que quedaban vivos, por lo que el Estado español no pudo decretar el estado de excepción que hubiera impe­dido que Cataluña llevara a cabo el referéndum de auto­determinación del 1 de octu­bre de 2017.

Abordar este proyecto político legítimo en un mar­co delictivo ha permitido justificar el espionaje ilegal de independentistas con el software israelí Pegasus, así como la infiltración de policías en movimientos in­dependentistas pacíficos. El 14 de julio descubrimos el cuarto caso, la policía Maria I. T. que había sido pareja de Òscar C. un destacado acti­vista de Girona con el que convivía desde hacía dos años y con el que participaba en reuniones de los abogados de los juicios a activistas in­dependentistas.

Esperamos que el TJUE acorrale a España por tanta mala praxis policial y judi­cial. España es un estado que nos maltrata y que para nada tenemos ganas de formar par­te de él. Próxima estación: ¡Independencia!