Felipe Morán los vende desde hace 50 años en la Antigua Central Camionera
Por Rafael Hernández Guízar
Los birotes gigantes de la Antigua Central Camionera de Guadalajara, una tradición que se niega a desaparecer.
Por décadas este sitio ubicado al oriente de la ciudad capital, ha sido la sede de la venta de virote que mide hasta un metro de largo, famosos por su sabor y textura, y por ser usados para la elaboración de la torta ahogada, uno de los íconos de la gastronomía no sólo de Guadalajara sino de Jalisco, y de México
“Mire aquí viene gente de Sinaloa, hasta Estados Unidos, gente que se lo lleva para sus parientes, tenemos virote salado, virote normal, virote para la torta ahogada. El grande mide un metro, el que le sigue 60 cm, y 35 el otro”, explicó Felipe Morán Núñez, un comerciante de virote desde hace 50 años.
Los precios van desde los 15 hasta los 70 pesos, y gracias a que se trata de una tradición que ha ido de generación en generación, no ha muerto el comercio de este pan que sólo se fabrica en Guadalajara.
“Gracias a Dios la gente nos busca mucho, han venido luchadores, cantantes, actores, políticos, hasta el gobernador Enrique Alfaro vino a comprar sus birotes, y luego también Marcelo Ebrard vino, pero si hay que decir que ya no se vende igual, cada vez es menos la gente que viene a comprar estos virote”, agregó.
Para don Felipe no sólo se trata de un negocio, es una herencia familiar, pues inició desde que tenía nueve años de edad ayudándole a su papá a vender virote en este sitio, ahora él les enseñó el oficio a sus hijos y a sus nietos.
A decir del entrevistado, la tradición perdurará mientras que haya gusto por las tortas ahogadas, pues se trata de la materia prima usada por los comerciantes.