Descubrimiento de investigadoras del CUCBA

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Se trata de dos tipos de neonicotinoides que llegaron a su organismo principalmente tras comer frutas y verduras expuestas a dichos plaguicidas, explicaron las investigadoras del CUCBA/Foto: Cortesía UdeG

En Ciudad Guzmán, Ja­lisco, se descubrió que niños y niñas presentan dos tipos de neonicotinoides en sus cuerpos (imidacloprid y acetamiprid), un grupo de plaguicidas cuyas afectaciones en la salud hu­mana van desde dolores pos­turales y pérdida de memoria hasta efectos cancerígenos.

Dichos contaminantes han sido prohibidos en distintos países, pero en México sigue siendo permitido su uso en sembradíos de frutas y verdu­ras, por tratarse de un insecti­cida muy eficaz. Esto se des­cubrió tras encontrar que su orina presentaba metabolitos de dichas sustancias, como resultado de la exposición.

Los contaminantes entra­ron a sus cuerpos tras con­sumir frutas y verduras a las que se les adicionaron plagui­cidas, pero también a través del aire cercano a las parcelas y huertos donde se rocían los agroquímicos.

Ana Bárbara Alatorre Rodríguez, estudiante de la maestría en Ciencias de la Salud Ambiental, del Centro de Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), junto con la Coor­dinadora del posgrado, doc­tora Silvia Lizette Ramos de Robles, tomaron muestras de orina de 21 niños y niñas de entre 3 y 11 años de Ciudad Guzmán y las mandaron a analizar al Laboratorio Estatal de Higiene, de la Universidad de Iowa, Estados Unidos.

“El 86 por ciento de las muestras de los 21 niños tu­vieron residualidad de un me­tabolito provocado por imi­dacloprid (el neonicotinoide más tóxico); mientras que 38 por ciento de las muestras tu­vieron metabolitos del aceta­miprid. Ambos son insectici­das neonicotinoides”, explicó Alatorre Rodríguez.

“El metabolito es lo que produce el cuerpo humano cuando entra una sustancia tóxica, entonces ese meta­bolito significa que entró un neonicotinoide. Estudios de laboratorio demuestran que este metabolito es aún más tóxico que el propio neonico­tinoide, es decir, cuando entra al cuerpo humano su toxici­dad se incrementa”, dijo Ra­mos de Robles.

Preocupan los efectos a la salud de los neonicotinoides

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica a los neonicotinoi­des como moderadamente tóxicos, según estudios de relevancia internacional se ha identifica que las afectaciones en el ser humano son diversas: neurotoxicidad, hepatotoxici­dad, inmunotoxicidad, geno­toxicidad y alteraciones del sistema reproductivo. Tam­bién provocan inflamación del sistema nervioso central, y efectos en el desarrollo del cerebro, similares a los causa­dos por la nicotina.

Así como posibles efectos cancerígenos, temblor postu­ral en los dedos, pérdida de memoria reciente, dolor de cabeza, fatiga general, sínto­mas torácicos, abdominales y musculares.

“Los neonicotinoides tie­nen la capacidad de atravesar la membrana placentaria, por lo que los fetos están siendo expuestos a éstos. Otra vía de exposición es la leche mater­na. Las afectaciones clínicas agudas que se han demostra­do son irritación ocular, dér­micas; y de forma crónica: afectaciones cardiovascula­res, autismo, temblores en dedos, etcétera”, detalló Ala­torre Rodríguez.

De hecho, a decir de Ra­mos de Robles, la OMS y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) re­comiendan que cada cierto tiempo se revisen las investi­gaciones de plaguicidas, para que se actualicen las hojas de seguridad. Por lo que hacen un llamado a instancias como la Cofepris, Semarnat, Sadet y Senasica, a atender la re­glamentación para el uso de estas sustancias químicas en el campo.

Dijeron que tras presentar los resultados de los menores a las madres de familia hubo preocupación, pero también voluntad de generar proyec­tos de huertos urbanos en casa y escuela, a fin de reducir el consumo de las frutas y ver­duras contaminadas.

Imidacloprid, el contaminante más común y tóxico

Ramos de Robles explicó que, según estudios de labora­torio, cada neonicotinoide se procesa de diferente forma en el cuerpo; por ejemplo, uno de ésos, la clotianidina, se excre­ta un 64 por ciento del cuerpo, mientras que el imidacloprid (el más tóxico) sólo excreta en orina un 13 por ciento.

Es decir, el neonicotinoide más tóxico y que más se uti­liza como plaguicida en cul­tivos de frutas y verduras en México y algunos otros paí­ses es el que más permanece en el cuerpo humano.

“Hay una toxicodinámica de esas sustancias en el cuer­po humano que nos interesa investigar, pues muchos se van bioacumulando; es de­cir, se nos van quedando. Nos interesa analizar su acumula­ción por exposición crónica, que no sabemos cuánto va­mos acumulando durante los meses o años”, dijo Ramos de Robles.

Por tal motivo, es impor­tante que se realicen estos es­tudios en niños, quienes des­de temprana edad comienzan a acumular dichas sustancias en el cuerpo. “Si tienen una expectativa de 80 años, cuán­to van a acumular de plaguici­das en ese tiempo”, dijo.

Ramos de Robles añadió que se ha comprobado median­te estudios que la gente que vive en al menos 25 kilóme­tros a la redonda de los cam­pos de cultivo donde rocían con neonicotinoides presentan mayores concentraciones que los que viven más lejos.

“Estamos hablando de que la exposición no sólo es por ingesta de alimentos, sino por inhalación. Y no se diga de quienes los están aplican­do de manera directa, sin la protección adecuada”, agregó la Coordinadora del posgrado del CUCBA.

Ambas investigadoras confirman que los resultados en estos niños son un reflejo de cómo está viviendo cual­quier persona en la entidad, que consume vegetales del campo, no sólo de Jalisco, sino del país entero.

Cualquier persona, del campo o la ciudad, está ex­puesta a éstos y otros plagui­cidas a través de los alimen­tos y algunos se pueden estar acumulando en el organismo, aunque no presente síntomas de algún malestar en el corto plazo.

El rastro de la investigación realizada desde el CUCBA

Estos estudios, que son los primeros en su tipo en Méxi­co, ya han comprobado los efectos de dichos plaguici­das en abejas en Jalisco. Los neonicotinoides son altamen­te tóxicos para las abejas y re­presentan una de las principa­les causas del declive de estos animales no sólo en Jalisco, sino también, por ejemplo, en Campeche.

También han comproba­do la presencia de neonicoti­noides y otros plaguicidas en frutas y verduras de mercados en Gómez Farías y Ciudad Guzmán tras seguir el rastro de dónde se consiguen los productos que comen niños y niñas de un plantel de pre­escolar de San Andrés Ixtlán, en el municipio de Gómez Fa­rías, Jalisco. Esta investiga­ción fue realizada por otra de las estudiantes de la maestría, Irma Aidé García Villegas.

“Fuimos a centros de compras más frecuentes y adquirimos en promedio dos muestras por alimento; uno era en un lugar en San Andrés Ixtlán, y otros de un tianguis de Ciudad Guzmán. Se man­daron a analizar a un labora­torio, de la fueron enviadas al Laboratorio de Alimentos de la Universidad de Guelph, en Ontario, Canadá. Cuando vimos los resultados encon­tramos 34 plaguicidas, que incluían cinco neonicotinoi­des”, explicó García Villegas.

Entre los alimentos con mayor presencia de contami­nantes estuvieron la fresa y el jitomate. Y el imidacloprid fue el plaguicida más encon­trado en la mayor parte de las muestras.