Control total de los recursos de la Universidad

Analistas y columnistas consideran que no sólo fue un promotor de la educación y la cultura, también se caracterizó por convertir a la casa de estudios en una empresa, por la corrupción, opacidad y el dispendio de recursos públicos; simular rendición de cuentas y ejercer el nepotismo

Por Gloria Reza

Fotografía relevante a la nota.

Al frente de la universidad estuvo de 1989 a 1995, pero reformó la Ley Orgánica para que no fuese el gobernador quien designara rectores, sino el Consejo General Universitario, lo que le permitió imponer a sus sucesores e influir en la política estatal y nacional/Foto: Cuartoscuro

(apro).– Durante 34 años Raúl Padilla López mantuvo el control de los re­cursos de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y logró una proyección nacional en el ámbito político y cultural, pero al mismo tiempo cons­truyó y encabezó un cacicaz­go local que hoy queda sin cabeza.

Periodistas, analistas y columnistas que han docu­mentado la trayectoria del polémico exrector también consideran que la era de Pa­dilla se caracterizó por con­vertir a la casa de estudios en una empresa, por la corrup­ción, opacidad y el dispendio de recursos públicos en obras faraónicas; simular rendi­ción de cuentas, nepotismo y descuidar la educación y la investigación, principales objetivos de la UdeG.

Sólo para este año, el pre­supuesto de la casa de estu­dios es de 15 mil 674 millo­nes de pesos, mayor al de la capital del estado, de poco más de 10 mil 600 millones.

Su periodo como rector abarcó de 1989 a 1995. Des­pués consiguió reformar la Ley Orgánica para que no fuese el gobernador quien designara la cabeza, sino el Consejo General Universita­rio. Ello le permitió imponer a sus sucesores, aunado a que defenestró a la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG).

Tras su suicidio –el do­mingo 2–, en medios de co­municación se publicaron mensajes de reconocimiento hacia Padilla por parte de políticos, columnistas e in­telectuales –como el caso del cineasta Guillermo del Toro–, en los que se resalta­ron sus aportes a la cultura y a la educación con la Fe­ria Internacional del Libro (FIL) y la creación de la Red Universitaria, una descentra­lización de instalaciones que formó un conjunto de centros universitarios y sistemas de educación superior y virtual, así como sus órganos de go­bierno.

En la publicación que hizo la institución por la muer­te del exrector se le calificó como “uno de los promotores culturales más importantes de la historia reciente de Méxi­co”. Y se destacó que, bajo su liderazgo, la UdeG “se trans­formó para convertirse en la segunda universidad más grande de México”.

También se resaltó la Red Universitaria impulsada por Padilla como un modelo úni­co en el país, que sirvió “para llevar la educación a todos los rincones de Jalisco” y acercó la educación a jóvenes de los niveles socioeconómicos más bajos.

Al respecto, el investi­gador de la UdeG Gustavo Monterrubio dice en entre­vista con Proceso que el fin de la Red Universitaria no era descentralizar la educación, sino que el verdadero obje­tivo de Padilla era político. “Diseñó el proyecto para su eventual candidatura a la gu­bernatura, lo cual finalmente no consiguió (…) era una red electorera, no académica ni científica”, acota.

Por su parte, el cronista y académico de la UdeG Juan José Doñán señala que la FIL deja indudablemente una de­rrama económica para pres­tadores de servicios turísti­cos locales, pero no resultan beneficiados escritores de la entidad, sino intelectuales de la Ciudad de México y “de otros lados”, quienes reciben un trato “a cuerpo de rey”, los cuales “legitimaron con su prestigio, poco, mucho, al personaje del que estamos hablando; es decir, que fue una relación que ahora se lla­maría clientelar”.

Recalca que sin la aporta­ción de dinero público la FIL no existiría, y como ejemplo cita que el gobierno de Jalis­co es copatrocinador del pre­mio de Literatura en Lenguas Romances, dotado de 150 mil dólares. No obstante, acepta que dicha feria sí dio presen­cia a nivel internacional al libro de habla hispana.

El cronista resalta que, con todo y la FIL, las biblio­tecas de la UdeG no mejora­ron su acervo. Además, dice que se construyó la bibliote­ca central Juan José Arreola, la cual es poco accesible al encontrarse lejos del centro de la ciudad.

Actualmente el director de la biblioteca Juan José Arreola es el hermano del exlíder de la UdeG, Trinidad Padilla López, quien también cobra como profesor e inves­tigador C en el Departamento de Estudios Internacionales del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humani­dades (CUCSH), por lo que su sueldo mensual asciende a casi 79 mil pesos, según el portal de transparencia.

Un dato más aportado por Doñán es que el también creador del Festival Interna­cional de Cine en Guadalaja­ra se dedicó a “la grilla” para convertir a la UdeG en “un poder fáctico, con incidencia en los gobiernos municipales, en el ámbito legislativo, local y federal (…) y en comprar un partido político, el PRD, y luego hacer uno nuevo, que es Hagamos”.

Cuando lo llamaron “cacique”

En la elección de 2018, Padilla hizo campaña contra Morena, cuando fungió como enlace con la comunidad cul­tural en el equipo de campaña del panista Ricardo Anaya, como candidato presidencial de la coalición México al Frente.

En ese entonces hizo alianza con el actual gober­nador Enrique Alfaro y logró colocar en el Congreso local a Mara Robles y Enrique Ve­lázquez, ambos reelectos, pero ahora por Hagamos.

El acuerdo político entre Alfaro y Padilla se rompió cuando el exrector creó el partido político Hagamos. En revancha, el mandatario esta­tal en agosto de 2021 reasig­nó 140 millones de pesos que estaban destinados al Museo de Ciencias Ambientales y los destinó a la construcción del Hospital Civil de Oriente, en Tonalá.

En noviembre de 2021, al entregar el proyecto de presu­puesto de 2022, Alfaro advir­tió que no habría ni un peso para que el “cacique” Padilla siguiera haciendo negocios.

El mismo calificativo utilizó el presidente Andrés Manuel López Obrador ha­cia Padilla, con quien tuvo una relación política cuando se apoderó del PRD Jalisco. Los enlaces del exrector con López Obrador eran Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas.

Para Doñán, el músculo político del Grupo UdeG que encabezaba Padilla consistió en sacar a miles de estudian­tes y hasta profesores a mani­festarse. “A ningún gobierno, sin importar su color, le con­viene tener una mala relación con la universidad, y les ofre­cen gobernabilidad”.

Al parecer la vieja estra­tegia dejó de ser efectiva, puesto que la UdeG realizó 196 marchas, dos de ellas calificadas como megas –en ambas participó Padilla– para exigir a Alfaro devolver los 140 millones y un presupues­to digno, pero el gobernador no cedió.

El editorialista Juan Ma­nuel Negrete, exjefe del departamento de Filosofía Clásica y amigo de Padilla cuando ambos eran estudian­tes universitarios, detalló que cuando el partido del sol az­teca creció, el exrector, en acuerdo con Porfirio y con Cuauhtémoc, usó al partido para contar con diputados fe­derales que “le respondían a él, no al PRD”, y quienes for­maron parte de la Comisión de Educación, como Tona­tiuh Bravo Padilla, Antonio Magallanes y Mara Robles.

Afirma que el objetivo de estos diputados era cuidar que no hubiera ninguna auditoría a la UdeG. En el Congreso local también colocó a legis­ladores no sólo por el PRD, sino también del PRI y del PAN, quienes “respondían a la línea que él marcaba”.

Negrete recordó que Padi­lla nunca ganó ninguna elec­ción, ni siquiera cuando en 1974 fue presidente de la So­ciedad de Alumnos de la Fa­cultad de Filosofía y Letras, pues fue impuesto por José Manuel Correa Ceseña, pro­fesor del CUCSH y priista.

De acuerdo con Negrete, durante más de tres décadas Padilla no tuvo ningún con­trol ni revisión real de los recursos, además imponía rectores, directores, diri­gentes estudiantiles. Fue un “autócrata (…) con el interés de mantener en sus manos el manejo de tanto dinero que se le entrega a nuestra máxi­ma casa de estudios”.

Apoyos desde el poder

Para el actual rector gene­ral de la UdeG, Ricardo Vi­llanueva, Padilla López “de­mocratizó la universidad”. Tras la muerte del exrector, Villanueva lo describió como “la mente más brillante que ha pasado por la universi­dad”, así como uno de los liderazgos más reconocidos por los universitarios.

“Eso nunca lo he negado, y sí se nos va un gran univer­sitario”, fueron sus palabras durante los funerales a los que acudieron autoridades universitarias y del ámbito político.

En contraste, Juan José Doñán asevera que el propio Villanueva llegó impuesto por Padilla. Y en esto coinci­de con lo referido por Álvaro Ramírez Ladewig, hermano de Carlos Ramírez (exconse­jero de la UdeG y fundador de la Federación de Estu­diantes de Guadalajara, que controló la universidad más de dos décadas), en su libro Historia de una traición.

En el libro, Álvaro descri­be que el exrector se rodeó de incondicionales, “hambrien­tos de dinero, y convierten a la casa de estudios en un jugoso botín, desde donde se realizan múltiples negocios ilícitos”.

Respecto a quién sería el sucesor de Padilla, Doñán comenta que aunque sí se ocupó de dejar una “burocra­cia dorada”, el exrector “no dejó crecer a nadie”.

El exrector dio becas élite a su hermano Trinidad (ac­tual director de la bibliote­ca Juan José Arreola), a su hijo Raúl Padilla y a un so­brino de Tonatiuh Bravo. Al primero, para que estudiara en La Sorbona; al segundo, para cursar en la Universi­dad de Georgetown, Estados Unidos, mientras que Cuau­htlehuanitl Hunahpu Bravo del Río, sobrino de Tonatiuh Bravo –exrector general y actual regidor de Guadalaja­ra por el partido Hagamos–, fue becado para la Escuela Superior de Arquitectura de Grenoble, Francia.

De manera adicional a la beca, se les pagó el boleto de avión de ida y vuelta, una onerosa cantidad de dinero para material bibliográfico, seguro médico y gastos de instalación.

El periodista Felipe Co­bián, quien fue corresponsal de Proceso y documentó par­te de esas investigaciones, calificó a la FIL como un “excelente foro de intercam­bio cultural internacional y nacional de empresas, parti­cularmente de gente impor­tante, famosa, pero deja poco a los mismos universitarios”.

Cobián se refirió también al auditorio Telmex, mismo que, dijo, “ofrece boletos de farándula muy caros, hay escasos eventos culturales y sin descuentos para univer­sitarios. Y lo peor, sin rendir cuentas claras, mientras fal­tan instalaciones y se sigue rechazando a un elevado nú­mero de aspirantes”.

Juan José Doñán recuerda que este último espacio, que forma parte del Centro Cul­tural Universitario (CCU), se levantó en Belenes, un rancho federal que cedió el expresidente Luis Echeve­rría para que se destinara a instalaciones educativas, sin que se cumpliera dicho pro­pósito.

En septiembre de 2022 Proceso publicó que, de 2019 hasta septiembre de ese año, la UdeG contrató a 128 em­presas, a las cuales pagó casi 774 millones de pesos por 257 obras. La mayoría de ese presupuesto, casi 631 millo­nes de pesos, se gastó en el CCU, sitio donde se proyec­tan nuevas áreas de entrete­nimiento y académicas, pero también zonas comerciales, de vivienda y hasta un hotel.