Usuarios quedan atrapados entre puertas y andén

Además, los elevadores no funcionan; personas con discapacidad o adultos mayores no pueden usar el servicio

Por Rafael Hernández Guízar

Fotografía relevante a la nota.

“Ojalá que se subiera el pinche gobernador con su familia, a ver si no se quejaba y lo mandaba arreglar”, dijo muy enojada una de las usuarias entrevistadas por Página 24/Foto: Rafael Hernández Guízar

Pésimas condiciones pre­sentan las estaciones del Pe­ribús en Guadalajara, siguen siendo una trampa mortal para los usuarios, y el gobier­no estatal simplemente no actúa.

Las puertas de acceso a los andenes permanecen cerradas cuando bajan las personas de los camiones, por lo que los usuarios siguen en riesgo de caer al arroyo vehicular, a una altura de alrededor de dos metros.

“Sí, eso sigue, aquí y en casi todas las estaciones es igual, quedan las puertas ce­rradas y no se esperan los conductores, se siguen, pues claro que es peligroso porque uno se puede caer, se tienen que abrir manualmente, ojalá que se subiera el pinche go­bernador con su familia, a ver si no se quejaba y lo mandaba arreglar”, dijo muy enojada una de las usuarias entrevistadas por Página 24.

Pero no sólo es eso, ade­más, los elevadores no fun­cionan y, por ende, las per­sonas con discapacidad o ancianos, se ven en la pro­blemática enorme de no po­der usar el servicio pues es bastante pesado para muchos –y a veces hasta imposible- subir las rampas de acceso a las estaciones por sí solos.

“Me ha tocado ver que hay viejitos que al ver que no pueden subirse pues se quedan un montón de tiempo esperando a que baje el ele­vador y nada, y ahí van los pobres, si ya de por sí para uno es pesado subirse, para un viejito más pesado todavía. No sé por qué no funcionan, se supone que le metieron un montón de dinero y deberían de estar funcionando y nada, está mal, la verdad”, agregó el usuario.

Recorrimos varas de las estaciones y en las que vimos mayores problemas fue en la de Ciudad Judicial, Ciudad Granja y Parque Metropoli­tano.

Están en muy malas con­diciones y las puertas se quedan cerradas en efecto, la gente debe abrirlas por sí mismas y esto supone un riesgo que no es siquiera previsto o atendido por el personal de apoyo y seguri­dad que está en las estacio­nes, quienes por cierto, sólo se quedan en las entradas de las estaciones platicando con otras personas.