Las desapariciones se incrementaron este sexenio

Ven un abandono de las autoridades en cuanto a la estrategia de seguridad en torno a los planteles de la UdeG

Por Gloria Reza

Fotografía relevante a la nota.

La orquesta de la cual formaba parte José Alberto González Moreno, tocó algunas melodías en memoria de los hermanos González Moreno afuera de Palacio de Gobierno, como protesta para exigir justicia, el 12 de mayo de 2021, unos días después de su desaparición/Foto: Cuartoscuro

Febrero 17, (apro).- La inseguridad que vive Jalisco se ensaña con la juventud, especialmente con los estu­diantes. Y pese que el gober­nador Enrique Alfaro asegura que las cifras de delitos están bajando en el estado, el coor­dinador de seguridad de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Montalberti Serrano, señala que las cifras de vio­lencia del crimen organizado y del fuero común contra la comunidad de esa casa de es­tudios se incrementaron nota­blemente en este sexenio. En algunos casos los estudiantes han sido privados de su liber­tad a plena luz del día, luego desaparecidos, asesinados y desmembrados.

El 26 de enero, un alum­no de la Preparatoria 18 de la Universidad de Guadalajara, de 17 años, se encontraba ju­gando por la mañana en una unidad deportiva aledaña al plantel (ubicado en Balco­nes de Oblatos, Guadalajara), cuando un comando arma­do se lo llevó delante de sus compañeros.

La reacción de quienes presenciaron esta privación ilegal de la libertad, dice a Proceso el titular de la Co­ordinación General de Segu­ridad Universitaria, Montal­berti Serrano Cervantes, “fue curiosa”: en su mayoría no se inmutaron, siguieron jugan­do. Pero uno de ellos corrió a avisarle sobre lo ocurrido al funcionario, que ese momen­to tenía una reunión sobre se­guridad.

Serrano recuerda que “estaban varios alumnos ahí viendo. Cuando les pregunta­mos (qué había pasado) vi un fenómeno muy curioso, por­que a los 10 minutos que pasó eso, estábamos ahí con un policía y los jovencitos sim­plemente nos decían: ‘Pues se lo llevaron’. Les pregunté: ‘¿Ustedes que están haciendo aquí?’ ‘Pues estamos jugan­do’. O sea, su actitud es que no pasó nada. Eso yo no lo había visto, es mucha indife­rencia”.

La víctima, de quien se reservó la identidad y sólo se identifica con las iniciales AD, fue localizado casi una sema­na después en el municipio de Teuchitlán, a casi 63 kilóme­tros de la capital del estado.

“Regresó golpeado, con laceraciones, pero regresó y bueno, para mí es como un día de fiesta”, comentó Montal­berti Serrano, quien también precisó que es el primer caso de que un comando armado se lleva a un estudiante estando a un lado de su escuela.

La familia del alumno pi­dió a la casa de estudios no intervenir.

En su discurso, el goberna­dor Enrique Alfaro Ramírez presume una reducción de de­litos. Pero para la comunidad de la UdeG y sus instalacio­nes la realidad es distinta; hay un incremento de estudiantes privados de su libertad a ple­na luz del día, desaparecidos, asesinados y desmembrados, asaltados o víctimas de agre­siones sexuales y a su alcan­ce, la droga. Todo eso en las inmediaciones de los plante­les educativos.

Serrano Cervantes refiere que durante el pasado sexe­nio, a cargo del priista Jorge Aristóteles Sandoval, regis­traron ocho personas de la comunidad universitaria des­aparecidas; uno es profesor y el resto estudiantes.

En contraste, desde diciem­bre de 2018 –cuando se inició la administración de Alfaro– a la fecha se han registrado 63 casos de alumnos con reporte de desaparición; 41 de ellos fueron localizados con vida, ocho aparecieron muertos y 14 no han sido hallados.

Uno de los estudiantes asesinados es José Francisco Villa, de 17 años, cuyos res­tos fueron localizaron en una fosa clandestina ubicada en el camino hacia Matatlán, muni­cipio de Tonalá.

Villa fue visto por última vez el 2 de octubre de 2019, cuando salía de la preparato­ria Tonalá Centro para ir a la­borar a un restaurante de ma­riscos. A principios de enero de 2020 se reportó el hallazgo de 26 bolsas de plástico con restos humanos. Cinco meses después, su familia se enteró que en una de esas bolsas es­taba solo el brazo izquierdo de Francisco; lo identificaron por un tatuaje.

El Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) en­tregó sus restos a la familia más de un año después de que fue encontrado.

Otros integrantes que per­tenecían a la comunidad uni­versitaria que también se ha­llaron desmembrados son los hermanos González Moreno, a quienes el 7 de mayo de 2021 un comando del Cártel de Jalisco Nueva Generación los sacó de su casa, en el ba­rrio de San Andrés, Guada­lajara, y cuyos restos fueron localizados dos días después.

Según datos de la Comi­sión Nacional de Búsqueda, Jalisco ocupa el segundo lu­gar a nivel nacional en núme­ro de desaparecidos, con 24 mil 374 desde marzo de 1964 a la fecha. En primer lugar está el Estado de México, con 46 mil 583.

Otro caso reciente de des­aparición se registró a me­diados de enero pasado, en la primera semana de clases, cuando fue visto por última vez un estudiante de la pre­paratoria 17, ubicada en una zona industrial del municipio de El Salto.

“La familia no quiere que digamos nada ni que interven­gamos. Somos respetuosos de ese tema”, acota Serrano Cer­vantes.

Una desaparición forzada ocurrió el 22 de octubre de 2020, cuando hombres que se identificaron como perso­nal de la fiscalía del estado se llevaron de su casa a Carlos Maximiliano Romero Meza, estudiante del Centro Univer­sitario de Arte, Arquitectura y Diseño. La madre del joven declaró que los sujetos porta­ban placas y le dijeron que se lo llevaban a las instalaciones de la calle 14 por estar acusa­do de robar un vehículo.

Serrano Cervantes refiere que el vehículo donde viajaba Carlos contaba con reporte de robo, lo que se presumió como el motivo de la detención, por lo cual “el caso no se trata de un presunto levantón”, sino de desaparición forzada, con­sideró.

El pasado 15 de septiem­bre, Miguel Alejandro Soto Morfin, estudiante de la carre­ra de Ingeniería de Negocios del Centro Universitario de Ciencias Económico Admi­nistrativas (CUCEA), desapa­reció luego de que un grupo armado ingresó a su domicilio y se llevó el vehículo de su fa­milia y al joven.

También profesores han sido alcanzados por la ma­rejada de desapariciones; Javier Moreno Ramírez, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Huma­nidades (CUCSH), de quien ya no se tuvo noticias desde el 12 de junio de 2014, y del Centro Universitario de Va­lle, el profesor Juan Manuel Núñez Maldonado, quien fue visto por última vez el 19 de noviembre de 2022.

Serrano Cervantes subra­ya que el delito de desapa­rición “vergonzosamente” se está normalizando y “no debemos seguir permitiendo que esas cosas crezcan y las tomemos como si nos tomá­ramos un caramelo; debe ha­ber contención”.

Drogas, entorno de riesgo

El coordinador de segu­ridad de la UdG considera insuficiente la vigilancia que presta la policía en torno de los planteles para proteger a los estudiantes, pide que los municipios hagan podas de árboles, mantengan en fun­cionamiento el alumbrado público y, mediante sus áreas de Inspección y Vigilancia no permitan que se instalen cantinas alrededor de las es­cuelas, ni que en las tiendas de abarrotes vendan bebidas alcohólicas a menores, como se había acordado en el pro­grama Sendero Seguro.

En ese sentido, el inte­grante del Observatorio de Análisis sobre Seguridad, Justicia y Derechos Huma­nos del CUCSH, Francisco Jiménez Reynoso, estimó que las diferencias en la UdeG con el gobernador emecista Enrique Alfaro re­percutieron en el retiro de apoyo a los planteles edu­cativos de los servicios mu­nicipales, sobre todo en los ayuntamientos gobernados por Movimiento Ciudadano. Por ello, solicita que a las autoridades municipales y estatales “que no se politice el tema de la seguridad”.

Jiménez Reynoso afirma que el plantel que sufre más por la inseguridad es el CU­CEI, debido a que en la zona abundan negocios donde se vende alcohol –incluso a me­nores de edad– y drogas a los estudiantes.

“El gran nicho de venta de drogas de los grandes cárteles son los planteles educativos, desde secundaria hasta uni­versidad”, subraya. Incluso padres de familia le han co­mentado que en el CUCEA sus hijos han sido amenaza­dos por compañeros para que les compren droga y, en caso de negarse, los golpean.

Insiste en que han pedido apoyo al alcalde de Guada­lajara, Pablo Lemus, quien responde que sí brindará ser­vicios municipales en la zona, pero nunca dice cuándo.