En la fiscalía se niegan a hacer justicia a anciana

Por Rafael Hernández Guízar

Fotografía relevante a la nota.

Una anciana a la que despojaron de un predio con un poder falso denunció que ni en la fiscalía, ni tampoco en el Colegio de Notarios ni el en Registro Público de la Propiedad hacen algo por ayudarla/Foto: Francisco Tapia

Una ciudadana se mani­festó ayer en compañía de fa­miliares y amigos denuncian­do un abuso por parte de tres notarios públicos.

Se trata de una mujer a la que despojaron de un pre­dio con un poder falso, ella levantó una denuncia pero ni en la fiscalía, ni tampoco en el Colegio de Notarios ni el en Registro Público de la Propiedad hacen algo por ayudarla.

“Me dijeron véngase sola, para que vaya a ver al director de Instrumentos Públicos y se descubrió que no existía el poder, que en Lagos de Mo­reno, la notaría que lo expi­dió había hecho otra cosa, y se descubrió que era falso el poder, pero todo iba bien, en tiempo y firma pero como se murió el notario 2 de Puerto Vallarta”, explicó la hija de la afectada, una mujer de 99 años de edad.

Ninguna de las autorida­des implicadas le ayuda a que su asunto logre agilizarse y en el caso, está todo detenido pues alegan que como no hay para viáticos, no caminan las cosas.

“Mire, a mí, mi primo me sacó una pistola y me dijo, o dejan las cosas por la paz, o se las va a cargar no sé qué, entonces fui a fiscalía y me mandaron al Centro de Justi­cia para la Mujer, y allá nos tratan muy bien, pero las mi­nisterio público nos tratan como basura, y en el registro público nos tratan también como basura, Patricia Ortega, la directora de Propiedad, nos dijo que ella no tenía la culpa de que tengamos un familiar ratero, todo está detenido allá porque dicen que como no les dan para los viáticos, no pue­den ir a Puerto Vallarta por los libros del notario para que esto avance”, indicó.

Con desánimo, ven cómo la burocracia en Jalisco es tan grande que obstaculizan la impartición y procuración de justicia.

Ella y su madre apenas lo­gran sobrevivir pues al haber sido despojadas por un fami­liar de una maderería y todo su patrimonio, ahora casi se han quedado sin posibilidades siquiera de comer.

Además, han visto con desánimo que al no tener di­nero sacar copias les ha deja­do en estado de indefensión.