Vecinos exigen a Juan Frangie que se ponga a trabajar

Por Rafael Hernández Guízar

Fotografía relevante a la nota.

En colonias como Paraísos del Colli, Miramar y Arenales Tapatíos, la gente prefiere no salir a la calle por temor a ser asaltados; lo mismo ocurre con los negocios, que se ven obligados a cerrar temprano para evitar se blanco de amantes de lo ajeno/Foto: Archivo Página 24

Habitantes de la colonia zapopana Paraísos del Colli exigieron de nueva cuenta a su alcalde Juan José Frangie que les dé seguridad.

Es imposible para muchos ya salir a las calles pues los robos aumentaron en la pre­sente temporada decembrina, incluso hay quienes han per­dido su aguinaldo y algunos otros bienes a causa de los rateros que en muchos de los casos se salen con la suya sin que haya quien ponga un fre­no a esto.

“Pues es que andan los cabrones esos sacando para su navidad yo creo, porque en serio no puedes ni salir a veces a la calle sin que te topes a alguien que te pida que un peso y así, y ya me­jor a veces cuando ves que viene alguien sospechoso o le sacas la vuelta o le rezas a Dios porque es el único que te puede ayudar porque los policías no, ellos no sé cómo que anda ocupados en otros lugares porque aquí no vienen mucho que diga­mos”, dijo muy enojado Fe­lipe Buenrostro, uno de los vecinos entrevistados.

“Por todas las calles que cruzan esta avenida que es la de la Prolongación del Colli vas a ver que hay problemas; es más, no me creas a mí, ve con los mismos comercian­tes para que veas, ahorita que está oscureciendo más temprano todos están cerran­do antes porque pues les da miedo de que anden hacien­do sus dagas estos cabrones, y da mucho coraje la verdad porque uno trabaja y anda uno rompiéndose la madre (sic) –trabajando mucho– como para que lleguen estos méndigos y nomás de buenas a primeras te den baje con tus cosas, pues de qué se trata”, agregó.

Indicó que el mimo pro­blema se vive en esta colonia y en otras aledañas como Mi­ramar y Arenales Tapatíos.

Por ello, hizo un llamado a su alcalde para que haya pa­trullaje constante, y que sobre todo se tenga cero tolerancia con los amantes de lo ajeno para evitar robos y desgracias pues en muchos de los casos se han reportado los robos –sólo entre los vecinos– con lujo de violencia.