Amplia red de corrupción fomenta el delito: Especialistas

El Estado mexicano silen­cia y borra cualquier intento por la verdad, la justicia y la reparación del daño de las víc­timas de desaparición forzada al pactar con grupos crimina­les, bloquear investigaciones y contribuir con la impunidad.

El tema se abordó con el panel “Delincuencia organiza­da y desaparición forzada en México: el vínculo silencia­do”, como parte del programa FIL Pensamiento, organizado por el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Huma­nidades (CUCSH) durante la FIL 2022.

Séverine Durin, doctora en Antropología y Coordinadora del proyecto de investigación “Infancias amputadas, adoles­cencias en riesgo, niñez y vio­lencia crónica en el noreste del país”, resaltó la negligencia de los agentes del Estado en la desaparición forzada.

Para la perpetración de este delito se necesita una amplia red de corrupción desgranada, desde los políticos de alto nivel que designan a integrantes de su gobierno, jefes policiacos y policías que, simultáneamen­te, omiten sus vínculos con los grupos criminales.

Bajo este esquema, el Es­tado mexicano se desmarca de su responsabilidad de brindar protección y justicia al respon­sabilizar a “individuos malig­nos” como los responsables de las crisis de seguridad y las desapariciones sin sospechar de cualquier intervención de los funcionarios públicos.

“Así, se borra cualquier visión y perspectiva sistémica porque, sin tener los vínculos, se borran las relaciones que deben entenderse de forma re­ticulada y sistémica”, explicó.

Sin ofrecer los vínculos en­tre autoridades y las personas desaparecidas se entorpecen o borran las autoridades de justi­cia, pues dejan de investigar.

“Los policías y los jueces son quienes bloquean la inves­tigación de estos delitos; por eso se creó el Sistema Nacio­nal de Búsqueda, porque no se investiga, porque el trabajo no se hace”, aseguró Durin.

Jacobo Dayán, investiga­dor, especialista en derecho penal internacional, justicia transicional y derechos huma­nos, enfatizó en la falta de vo­luntad del Estado por localizar a más de 107 mil personas des­aparecidas y no localizadas, ineficacia reflejada con apenas 35 sentencias por el delito de desaparición.

“El Estado mexicano ya ab­dicó de su obligación de garan­tizar la seguridad pública, como lo hicieron el PRI, el PAN y ahora Morena”, precisó.

Sin la voluntad y sin inte­rés para investigar, el fenóme­no de la desaparición forzada se replica bajo la lógica de los vínculos político-criminales y la lógica del mercado crimi­nal, que busca agua, madera, combustible, trata de personas o droga, según las regiones.

“Este problema es una deu­da de Estados, no de gobierno, de gobernadoras y gobernado­res y del presidente de la re­pública: si no exigimos todo, seguiremos teniendo exacta­mente lo mismo: la desapari­ción como un crimen perfecto para gestionar las violencias de este país y, de esta manera, controlar mercados lícitos e ilícitos”, declaró Dayán.

Laura Atuesta, coordina­dora del Programa de Política de Drogas del Centro de In­vestigación y Docencia Eco­nómicas (CIDE) en México, explicó el trabajo realizado en la primera base de datos sobre personas desaparecidas filtrada a la prensa durante el gobierno de Felipe Calderón. Se trataba de un Registro nacional de per­sonas desaparecidas del que no se sabía hasta el momento.

“Contenía descripciones de cómo desaparecieron a las personas, pero no sabíamos mucho y tratamos de analizar la información hasta identifi­car las causas en 600 registros relacionados con el crimen or­ganizado”, informó.

Lograron identificar cua­tro causas de la desaparición forzada: el modus operandi relacionado con el crimen or­ganizado; la intervención de autoridades o personas que usaban uniformes policiacos; las desapariciones en carreteras de Tamaulipas, y las desapari­ciones en la frontera norte.

Salvador Maldonado, an­tropólogo de El Colegio de Michoacán, especializado en temas de violencia, drogas y territorios ingobernables, así como ciudadanía, partidos po­líticos y gobernabilidad, acotó que la cifra de personas des­aparecidas anula el significa­do de las desapariciones para los colectivos de búsqueda.

“Porque significan proce­sos de acceso a justicia y para los colectivos la importancia que conlleva la búsqueda de cuerpos de las personas”, ex­plicó.

Destacó el vínculo silen­cioso que hay en la mayoría de los casos de violencia y la participación de actores pú­blicos relacionados con el uso de la fuerza.

Eduardo Guerrero Gutié­rrez, fundador de Lantia Con­sultores y exasesor del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), resaltó el cambio en la lógica de opera­ción criminal: lo que comenzó con la exhibición de cuerpos en las principales avenidas de las ciudades se modificó hasta el ocultamiento de los cuer­pos.

Adelantó datos prelimina­res sobre una base de datos elaborada por Lantia sobre desaparición con datos abier­tos. Destacó el sostenido cre­cimiento en las desaparicio­nes en el periodo de 2015 a 2020, que disminuyó en 21.9 por ciento en 2021, aunque en 2022 se espera un aumento de 1.5 por ciento; información recogida en Internet, cédulas de búsqueda de las fiscalías, entre otras fuentes.

“Y que complementa lo que se dice en redes socia­les, prensa, etcétera, porque mucha gente desaparece y no hay quien los busque”, dijo.

Dayán señaló el intento del gobierno estatal por inte­rrumpir las actividades de la FIL Guadalajara. “Estamos en la FIL organizada por la UdeG y es importante seña­lar el intento del gobierno estatal por bloquear y obs­taculizar las actividades de una universidad autónoma, un evento dedicado a la cul­tura y todo ese embate del gobierno es por una agenda política”, dijo.

Incrementa desaparición forzada en transición democrática

Alberto Olvera, investiga­dor del Instituto de Investiga­ciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, atribuyó el incremento del problema a la transición de­mocrática que modificó los pactos entre políticos y gru­pos criminales.

“El empeoramiento coin­cidió con la transición de la democracia, donde los juga­dores en este campo criminal, desde lo estatal y criminal, hi­cieron cambios en el pacto”, precisó.

El también estudioso de las instituciones y las prác­ticas del sistema de justicia y el autoritarismo subnacio­nal en México, enmarcó el problema de la desaparición forzada en el contexto de los problemas económicos, la migración, los problemas en las localidades; en suma, en la destrucción del tejido social y la irrupción de las drogas sintéticas, con las cuales se asienta la industria del narcotráfico.

“El Presidente Andrés Ma­nuel López Obrador no ha revertido o descentralizado este proceso y no se ve que lo haya logrado porque sigue la gobernanza fragmentada”, destacó.

Descartó la comprensión del fenómeno de la desapa­rición forzada con el for­talecimiento de la Guardia Nacional; se requiere una in­tervención profunda.

“No podemos entender el problema de la desaparición y el empoderamiento del cri­men sin entender el contexto multicausal de la economía de la droga y las expresiones territoriales: la única solución es intervenir a nivel de terri­torio en todos los aspectos: educativo, económico, social y cultural, para no llegar a la salida de una puerta falsa”, concluyó.