“El problema real se viene en 2030”

Por Elizabeth Ríos Chavarría

Debido a que los gastos del Instituto de Pensiones van en aumento cada año por sobre las aportaciones que recibe, si no se hace una reforma que contemple cambiar antigüedades, eda­des de jubilación o incluso aportaciones, para el 2029 tendrá problemas de liquidez ya que el Ipejal se habrá aca­bado sus reservas, consideró Francisco Miguel Aguirre Villarreal, del despacho Va­luaciones del Norte.

Ayer el experto, ante di­putados y trabajadores en el Congreso de Jalisco, presen­tó los estudios actuariales en torno a la situación del Ipe­jal al señalar que a partir del 2030 al instituto se le debe­rán subsidiar 8 mil 400 mi­llones de pesos a fin de que pueda hacer frente al pago de pensiones.

Con las mesas de trabajo que se han realizado en el congreso, de cara a una po­sible reforma al Instituto de Pensiones, el actuario detalló que las reservas del instituto -que ascienden a 41 mil mi­llones de pesos aproximada­mente- se terminarán para el 2029 cuando el gasto annual oscile en 16 mil millones de pesos y las aportaciones ape­nas alcancen los 8 mil millo­nes.

“El problema real se viene en 2030 en donde el gasto va a ser de 16 mil 500, el traba­jador va a aportar 2 mil 900, el patrón 5 mil 200, y alguien va a tener que subsidiar con 8 mil 400 millones de pesos. Aquí están los diputados, ustedes díganme qué tan fá­cil es mover un punto del presupuesto de egresos, es imposible. Pensiones se va a comer el 7 por ciento del presupuesto de egresos de un año a otro”, expresó al referir que para el 2040 el subsidio estará en 12 mil millones.

No dejó de señalar que el problema es serio, pues aún si se recuperara el dinero de todas las inversiones fallidas al Ipejal no se le ganaría mu­cho tiempo de vida, incluso con las reformas que se hi­cieron para incorporar a los municipios al sistema pen­sionario, pues eventualmente el instituto no tendrá dinero para pagar las pensiones.

Por ello, añadió que si se contemplan reformas se tendrán que hacer de fondo y que vengan de los propios trabajadores, ya que cada año incrementan los gastos del instituto por sobre lo que se le aporta, no solo por el he­cho de las jubilaciones tem­pranas, sino porque hacen falta modificaciones a otros temas de prestaciones, anti­güedades o incluso de apor­taciones.

“El problema es estruc­tural. Si los trabajadores de­ciden hacer una reforma, mi recomendación es decirles que las condiciones de los trabajadores deben de ser cuidar la lana, que puedan tener asientos en comités de vigilancia. Hay que entrarle integral, modificar lo admi­nistrativo, vigilar mejor, ha­cer fideicomisos, modificar prestaciones (…). Una refor­ma va a doler, hay que cam­biar edades, hay que cambiar antigüedades, hay que au­mentar aportaciones, cam­biar sueldos de cotización. Si no hacen eso, no van a te­ner pensión o no la garantía al cien por ciento de que les vayan a poder pagar”.

Por último, pugnó porque los trabajadores, pensiona­dos y jubilados cuenten con toda la información para que tomen la mejor decisión en torno a una reforma o no, en especial para evitar esce­narios como los del 2010 en donde –luego de la reforma a pensiones del 2009¬–, se rea­lizaron dos estudios actuaria­les con cifras diferenciadas y en donde se determinó que el instituto quebraría para el 2034.