Estamos hartos de basura y pésimos olores: Vecinos y peatones

Por Rafael Hernández Guízar

Ciudadanos tronaron ayer contra el ayuntamiento de Guadalajara, es un cochinero el que se vive en los cruces de la calzada Independencia y la avenida República.

Hay un basurero clandesti­no que los mismos empleados de Aseo Público han puesto en ese sitio y la ciudadanía está harta de la basura y los pésimos olores que se tienen en este lugar.

“Los olores no se sopor­tan, la verdad; además de la basura y de los indigentes que hay, es un depósito de basura el que está y no debería de es­tar aquí, pero tiene años, hay hasta ratas, ay no, está ho­rrible, estamos cerca de San Juan de Dios, de la Plaza de los Mariachis, imagínese que a alguno se le ocurra pasar por aquí, imagínese qué mal aspecto se va a ver, qué mala impresión se lleva el turis­mo”, dijo la señora Carmen, una de las vecinas entrevista­das por Página 24.

Agregó que no sólo es el depósito de basura lo que les da problemas, sino lo que se ocasiona con esto, además de plagas de roedores y cucarachas, una gran cantidad de in­digentes que han tomado los alrededores como su casa.

“Lo de los indigentes no se acaba porque se llevan a uno y viene otro, yo no entiendo qué pasa, no sé si les vale a los de las autoridades, si se hacen los sordos o qué, por­que ya mucha gente les hemos dicho, esto no debe de ser así, todo esto provoca focos de in­fección, hay mucha suciedad donde quiera, y pues yo digo, que si hay presupuesto lo han de desviar para otro lado, por­que aquí siempre está así. A los indigentes no los quieren ni agarrar los policías, eso pues está mal”.

Por ello, aprovechó este es­pacio para enviar un mensaje a su presidente municipal, Pablo Lemus Navarro: “Ojalá que el presidente quisiera poner aten­ción a esto, es la pura entrada del centro de Guadalajara, está abajo del puente, pero está ho­rrible, aquí los que pasamos diario somos los que tenemos el problema, y pues nos tene­mos que aguantar porque na­die hace nada”, dijo.

Por cierto que hay mucha inseguridad también, pues este sitio se convirtió en un punto ciego para las autori­dades.