Es tradición del 2 de noviembre

Por Rafael Hernández Guízar

De las panaderías a la mesa de las personas, el tradicional pan de muerto se vende al por mayor en la ciudad.

En supermercados, tiendi­tas de abarrotes, y hasta en la calle, por casi todos los nego­cios se ven el tradicional pan de muerto que en la víspera del día de muertos, representa un alimento indispensable en la dieta de los tapatíos.

“Mire tengo como unos 30 años haciendo ya el pan de muerto, siempre en tres tama­ños, y tratando de hacerlo lo más barato para la gente que se pueda, para que todos pue­dan comprar. (…) Pues han de ser como unas 800 piezas las que vendemos en estos días, lo que es de hoy (ayer) al día de muertos, ya después, es poco lo que se vende”, dijo uno de los panaderos entre­vistados el día de ayer por el equipo de Página 24.

Y con el paso de los años, el pan de muerto ha presenta­do muchas variaciones, ya no sólo es el clásico cubierto de azúcar y con sabor a naranja, sino, que ahora hasta relleno de crema pastelera, chocolate y hasta cajeta se puede com­prar en diversos estableci­mientos.

“Normalmente nosotros siempre hacemos el pan con raspadura de naranja, ese es el tradicional, porque ya ahori­ta hasta los hacen rellenos de chocolate y de cajeta y de otras cosas, pero es el tradicional el que más busca la gente”, agre­gó el entrevistado.

Hay para todos los bolsi­llos, desde 10 pesos hasta 200 por pieza, incluso, en algunas pastelerías y panaderías de mucha tradición, se compran enormes panes de muerto re­llenos de chocolate y cubier­tos con nuez y otras cosas que llegan a costar 300, y hasta 400 pesos por pieza, claro que se trata de panes realmen­te grandes para compartir en familia.

Desde hace 15 días y hasta mediados del mes de noviem­bre, se puede comprar pan de muerto en la ciudad.

Por cierto, que para acom­pañar el pan de muerto, los tapatíos entrevistados ayer por Página 24, señalaron que no hay nada como un chocolate caliente, un atole o un café, sin embargo, hay quienes también disfrutan de esto con una canela caliente, o bien, con un vaso de leche.