Policías ya detienen por “portar rostro”

El “patrullaje coordinado” entre los tres niveles de gobierno para inhibir la ola de violencia funciona para que uniformados extorsionen a ciudadanos

Por Rafael Hernández Guízar

Aunque oficialmente em­pezarían hasta hoy sábado las “volantas” o patrullaje coordi­nado entre los tres niveles de gobierno para “inhibir” la de­lincuencia que ha azotado la ciudad, desde ayer empezaron las detenciones arbitrarias.

Juan, un ciudadano que prefirió el anonimato por te­mor a represalias, dijo en entrevista exclusiva con Pá­gina 24 que fue víctima de policías municipales que se aprovecharon de su descono­cimiento para quitarle dinero, lo amedrentaron y hasta ame­nazaron.

“Iba yo en el carro y como está medio viejo, pues me pa­raron, me dijeron que estaban buscando drogas y armas, pues claro que no traigo nada de eso, yo estuve en la cárcel mucho tiempo y entiendo lo importante que es estar bien, portarse bien, no estar en co­sas que no son buenas para uno; pues me bajaron del ca­rro y lo esculcaron, y me pi­dieron la credencial, la revi­saron y dijeron que yo tenía órdenes de aprehensión y que me iban a llevar detenido, me esposaron y me ya me había cargado la chingada, pues cla­ro que uno no quiere regresar a la penal, y yo sé que no debo nada, que estoy libre, pero es la palabra de uno contra la de ellos”, dijo.

Fue esposado y amagado por policías municipales de Guadalajara que le exigieron dinero para dejarlo en libertad. Incluso llamaron refuerzos y “llegaron dos patrullas con la sirena prendida, yo en verdad que pensé que otra vez me iban a llevar, ya no pasaba otra cosa por mi cabeza y al final, pues me dijeron que no la hi­ciera de pedo, que me fuera y se quedaron con mi dinero que traía en la cartera, que pues era lo que me acababan de pagar en el trabajo que agarre porque me quiero reformar, ya quiero hacer las cosas bien, pero me juzgan porque estuve en la cárcel”, indicó.

A decir de este ciudadano entrevistado, los oficiales co­metieron abusos de autoridad en su contra, pero tiene miedo a denunciarlos pues cree que podría ser blanco de represa­lias; incluso, su mayor temor es regresar al centro peniten­ciario de Puente Grande, don­de dijo, vivió un infierno a lo largo de nueve años.