En Puebla

Por Gabriela Hernández

Fotografía relevante a la nota.

En febrero pasado la Guardia Nacional desalojó a pobladores de Santa María Zacatepec, Puebla, que habían tomado la planta de Bonafont en protesta la sobreexplotación de los mantos acuíferos de la región. Ahora la compañía está de regresó y, arropada por las autoridades estatales, reabrió la planta/Foto: Especial

A pesar de que la empresa afirma que la planta sólo funcionará como bodega y para distribuir sus productos, los pobladores se aprestan a viajar a Francia para exhibirla como una de las empresas responsables de provocar un“infierno ambiental” que derivó en el socavón que se formó en mayo de 202

Octubre 22, Juan C. Boni­lla, Puebla.– Con todo y que la empresa Bonafont es acu­sada por grupos de pobla­dores de saquear los mantos acuíferos de esta región y de cometer múltiples irregulari­dades, el 26 de septiembre, Fabrice Salamanca, vicepre­sidente de Asuntos Públicos y Legales de Grupo Danone, encabezó la reapertura de la planta de esa embotelladora francesa en este municipio.

Acompañado por José Cinto Bernal, presidente mu­nicipal, y por Guillermo Mal­pica Soto, subsecretario de Industria y Comercio del go­bierno estatal, el directivo de la trasnacional aseguró que esas instalaciones, que es­tuvieron cerradas año y me­dio a causa de las protestas, ya no se usarán para extraer agua y sólo servirán para bo­dega y distribución de sus productos.

Durante la ceremonia ofi­cial, con presencia de repre­sentantes de la parroquia y autoridades escolares, Sala­manca acusó que los pobla­dores –que tuvieron tomadas esas instalaciones 11 me­ses– cometieron vandalismo y dañaron el pozo de agua concesionado a la empresa. “Posiblemente lo hayan con­taminado”, dijo el directivo.

En respuesta, los inte­grantes del movimiento Pueblos Unidos de la Re­gión Cholulteca y de los Volcanes aseguran que no permitirán que Bonafont siga operando en esta loca­lidad ni para extracción, ni para distribución de agua. Pese a lo anunciado por la empresa, ellos entrevén la posibilidad de que la em­botelladora intente operar de nuevo el pozo de extrac­ción que ellos sellaron hace un año con un ritual nahua.

Los lugareños anuncia

ron una serie de acciones de la mano de organizaciones nacionales e internacionales, incluso en Francia, donde in­formarán sobre el saqueo de recursos de pueblos indíge­nas por parte de Bonafont, de cómo operó una concesión vencida durante casi siete años, de no contar con Ma­nifestación de Impacto Am­biental y de haber trabajado durante años sin permiso de uso de suelo y de omitir el pago de impuestos locales.

En noviembre próximo, un grupo de pobladores viajarán a Francia, donde participa­rán en una rueda de prensa conjunta con el colectivo Eau Bien Commun 63 (Agua bien común) y con habitantes de la comuna de Volvic, quienes también señalan a la firma Danone de saquear el agua de la región centro de ese país europeo.

Los vecinos del pueblo originario de Santa María Zacatepec dicen que exhibi­rán a Bonafont como una de las empresas responsables de haber generado un “infierno ambiental” en este municipio que derivó en la formación del socavón que se generó a finales de mayo de 2021.

Dicen que la empresa fran­cesa recurre a la “ingeniería de conflictos”: reparte dádi­vas, publica panfletos, finan­cia obra pública y a políticos, para dividir y desarticular la movilización social.

El engaño

Camilo Tekpatl Campeche, vocero de Pueblos Unidos, cuenta que decidieron ce­rrar Bonafont el 22 de marzo de 2021, el Día Mundial del Agua, luego de que más de 20 pueblos de esa área, que subsisten de la agricultura y la producción de ladrillo, empe­zaron a ver que sus arroyos, ameyales, lagunas y pozos ar­tesanales se estaban secando o desapareciendo.

Fidel Flores, habitante de San Lucas Nextetelco, dice que a sus 75 años puede dar testimonio del impacto am­biental que ha padecido esta región a partir de la industria­lización que trajo la construc­ción de la autopista Puebla- México, en 1962.

Sólo en Nextetelco, en este mismo municipio, había 35 manantiales, uno de ellos con más de cinco metros de profundidad. En las riberas de éstos y del río Metlapana­pa, relata, abundaban berros, mejorana, yerbabuena, cola de caballo y alcatraces. En los afluentes había peces, aco­ciles y ranas, que comían los lugareños.

Abundaban árboles de pera, manzana, chabacano, membrillo y nogales, y mu­chos pobladores se sostenían de vender fruta en Puebla y la Ciudad de México.

A partir de la llegada de industrias, dice que todo eso se fue acabando, al grado que en Nextetelco sólo quedó un manantial de los 35 que re­cuerda de su infancia y, con tan poca profundidad, que el agua no le alcanzaba ya a cu­brir ni los pies.

Menos de tres meses des­pués de que los 20 pueblos unidos bloquearon las ope­raciones de Bonafont, afir­ma Flores, en esa localidad reaparecieron tres manan­tiales que ya se daban por perdidos. Uno de ellos de un metro de profundidad.

Desde 2012 los habitan­tes de esta región se han organizado para defender su territorio: primero contra el gasoducto Morelos, luego contra el proyecto de des­cargar aguas residuales de la zona industrial en el río Met­lapanapa.

Si bien otras empresas como Volkswagen, Ternium (antes Hylsa) y Pemex tam­bién son señaladas por ex­plotar el acuífero Valle de Puebla, la lucha de este mu­nicipio contra la envasadora de agua surge desde su ins­talación.

Tekpatl explica que la empresa Embotelladora Arco Iris, SA de CV –que Bo­nafont compró en 2006– en­gañó a los vecinos de la colo­nia Ángeles para obtener el permiso. En 1992, esa firma promovió una consulta en la que aseguró a los lugareños que perforaría un pozo agrí­cola, no uno industrial.

Y, agrega, a partir de que la trasnacional compró la planta, privó la ilegalidad y el despojo. Mientras que los lugareños incluso tuvieron que comprar pipas de agua para abastecerse, trabaja­dores de la embotelladora, que son vecinos del mu­nicipio Juan C. Bonilla, les revelaron que en Bonafont la bomba extraía líquido las 24 horas de los siete días de la semana.

El 29 de mayo de 2021, cuando el socavón apareció en Santa María Zacatepec, a menos de dos kilómetros de la planta, los pobladores de inmediato relacionaron este fenómeno con la sobreex­plotación del acuífero.