Y legislación para evitar la crisis: Expertos

El Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal) ha tenido pérdidas en los últi­mos cinco años y sus activos no están creciendo como se requiere para hacer soste­nibles las pensiones de los trabajadores, dijo el maestro Juan Diego Martínez Delga­do, investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdeG, duran­te el foro “Análisis, impactos y alternativas para el futuro del fondo de pensiones del Es­tado de Jalisco”.

Como parte de un análisis realizado a las finanzas de esa institución, se dijo que mien­tras las aportaciones de los trabajadores son el único rubro en los ingresos que registra un crecimiento, los ingresos por administración de los fondos tienen pérdidas desde 2017, aunque el número de pensio­nados es mayor al que se tenía en ese año.

Antonio Sánchez Sierra, coordinador del Doctorado en Estudios Fiscales del CUCEA, afirmó que en los últimos años el Ipejal invirtió en proyectos que dejaron pérdidas millona­rias como las Villas Panameri­canas y el desarrollo turístico de Chalacatepec, porque no hay una legislación y órganos internos que favorezcan la ren­dición de cuentas.

Aseguró que el modelo de fondo de pensiones del Ipejal no es malo, pero que la co­rrupción y la falta de rendición de cuentas lo hacen inviable a futuro, pues se presta a que las decisiones recaigan en los diputados o el gobernador en turno y se ponga en peligro el futuro de las personas.

Añadió que al interior del instituto no hay un órgano que regule o analice los mejores proyectos de inversión a los que puede ir el dinero, el manejo de los recursos es discrecional y sin consultar a los expertos.

Por su parte, María del Ro­sario Ruiz Moreno, presidenta de la Academia de Doctores en Estudios Fiscales de Jalisco, AC, dijo que para que un fondo de pensiones sea viable debe de cumplir con ciertas caracte­rísticas: que sea universal, tan­to en la contribución como en los montos que son otorgados; que sea suficiente la cantidad otorgada a las personas pen­sionadas para subsanar sus ne­cesidades económicas; que sea financiable, es decir, que tanto el beneficiario como la insti­tución administradora puedan sostener las aportaciones.

También debe ser eficiente para que los recursos destina­dos, las reservas e inversiones sean apegadas a estudios de factibilidad que garanticen los resultados esperados y debe ser sostenible, pues los bene­ficios a los pensionados deben ser garantizados independien­temente de las variables eco­nómicas y financieras.