La policía tapatía ni sus luces, critican ciudadanos

Por Rafael Hernández Guízar

La inseguridad que se vie en los cruces de las avenidas Río Nilo y Revolución, en Guadalajara, es ya insosteni­ble, denunciaron ayer ciuda­danos muy molestos.

En las afueras de la clíni­ca 14 del Instituto Mexicano del Seguro Social a diario hay asaltos, la policía municipal se ha mostrado rebasada.

“Mire está fatal, porque hay mucho delincuente, mu­cho limpiavidrios que se de­dica a robar, mucho marigua­no, mucho indigente; mucho de todo, menos seguridad”, dijo una de las entrevistadas quien prefirió el anonimato por temor a represalias.

“Aquí los de la farmacia y los del Oxxo ya son clientes de cada semana, cada semana sabemos que los roban y qué hace la policía, pues nada, a mí hace tiempo me tocó, aho­rita bendito Dios ya no me ha tocado, y pues lo que les decimos es que se pongan tru­chas, que no es justo porque con qué confianza sale uno a la calle, ya ni de día es segu­ro, menos de noche”, indicó la agraviada mujer.

Por su parte, Martín, otro de los vecinos entrevistados, resaltó que la policía simple­mente no hace la diferencia.

“Está un poco inseguro, o más bien muy inseguro, hay mucho indigente y seguido pasa que a los locales les ro­ban, que les roban porque se meten a robar o hasta porque les roban la instalación eléc­trica, y aquí en la calle hacen sus necesidades, ha habido varios casos de que asaltan a los locatarios de por aquí, y no se ha visto que haya movi­miento de patrullas ni nada de eso”, dijo.

Y agregó: “A cualquier hora del día se ven los casos, y los asaltan, y pues sí está algo inseguro”, dijo.

Al caminar por el sitio es fácil ver excremento de los indigentes por doquier, algo que agrava aún más el proble­ma pues contra ellos no hay quien ponga orden, ya que no proceden las detenciones de la policía, en los casos raros de que lleguen a pasar por ahí las patrullas.

Pero es justo a espaldas de la clínica el sitio más peligro­so, un lugar en donde urge vi­gilancia, pero sobre todo que haya compromiso de los uni­formados, según lamentaron los mismos vecinos y comer­ciantes entrevistados.