Casi se van a la ruina
La zona rosa de Guadalajara y el primer perímetro al Oriente de la ciudad, son los dos puntos por excelencia para encontrar este tipo de establecimientos
Por Rafael Hernández Guízar
La pandemia de coronavirus acabó con una enorme parte de la economía mundial, y a escala local, todos los sectores fueron tan golpeados que muchos tuvieron que reinventar sus ingresos.
Desde los profesionistas hasta los comerciantes, todos tuvieron pérdidas grandes que difícilmente pudieran compensarse en el corto o mediano plazo, y para el caso de aquellas personas que se ganan literalmente el pan con el sudor del cuerpo fue peor.
Hoy habremos de referirnos a las prostitutas, quienes ejercen el oficio que en el argot popular se dice, el más antiguo del mundo.
En Guadalajara se inicio desde hace al menos dos décadas con una nueva modalidad del ejercicio de este oficio, ya no en las calles, sino en las llamadas “estéticas masculinas”, donde se ofrecen a los caballeros un masaje relajante “con final especial”.
La zona rosa de Guadalajara y el primer perímetro al Oriente de la ciudad, son los dos puntos por excelencia para encontrar este tipo de establecimientos que casi se van a la ruina con la pandemia de COVID- 19.
“Mire, cuando empezó la verdad sí nos fue súper mal, porque al momento de estar cerrado no había ni clientes ni nada, luego todo esto de la economía nos afectó bastante, tuvimos que cerrar y ya ahorita se empieza a componer un poco, está más tranquilo, pero ya hay algo de movimiento. Nosotros tuvimos que cerrar como cinco meses de manera definitiva”, dijo Lluvia, una mujer que se dedica a estas labores y a quien llamaremos así por protección de su identidad.
“Ya de plano se estancó el trabajo, y como le digo, pues volvimos a abrir pero con todas las medidas de seguridad, con sanitizante y todo, además de que nosotros cuando cerramos seguimos pagando renta porque nadie nos ayudó, la renta seguía corriendo, tanto nosotros teníamos que pagar renta como las muchachas sus gastos, o sea que nos afectó a todos. Ellas si no hay trabajo no ganan casi porque muy a duras penas las ayudamos nosotros con poco y pudieron salir de apoco con sus gastos, esto nos pasó a afectar muchísimo”, agregó la mujer.
En el negocio donde trabaja Lluvia junto con otras mujeres, se ofrecen servicios diversos a los caballeros que van en busca de placer. Para ellas, es un trabajo como cualquier otro, pues están sujetas a un horario, y hasta organizadas para acudir constantemente a revisiones médicas como parte de sus condiciones laborales.
Mucha de ellas son madres solteras, otras están casadas y cuentan con el apoyo de sus parejas para ejercer su oficio pues sus ganancias eran bastante buenas, lo eran hasta antes de que iniciara la pandemia.
“Antes se ganaba entre tres y cinco mil pesos, antes de la contingencia, ya ahorita si bien nos va está en mil 500 y como le digo, hay que pagar renta, a duras penas hay ganancia, aquí es donde uno ve que la economía está mal, que si los clientes no están bien en lo económico pues no pueden venir a darse este gusto…”.
Sin embargo, fueron los clientes constantes quienes les ayudaron a no desfallecer, gracias a servicios especiales, sacaban al menos los gastos para su manutención y la de sus hijos.
Este negocio se ubica al oriente de la ciudad, muy cercano a una estación del tren ligero, pero sorprendentemente, no ha tenido el mismo éxito que otra sucursal del mismo giro que se ubica en el barrio de San Juan Bosco, misma que está a sólo una cuadra de un templo católico, sitio en el que han encontrado una gran cantidad de clientes.