Afecta mi vivienda y tranquilidad: Vecina

Por Rafael Hernández Guízar

Fotografía relevante a la nota.

Una mujer ya no sabe qué hacer, pues un sin techo tomó una ventana de su casa para improvisar un tendedero y vender. El olor es insoportable y la vista también. Urge que el ayuntamiento apoye en cambiar la situación/Foto: Francisco Tapia

Un indigente instaló su campamento en las afueras de un departamento en To­nalá, la dueña está desespe­rada por tu nuevo vecino.

Es por la calle Malecón Oeste en donde una persona instaló su casa, afuera de la venta de la señora Martina Cruz, una desesperada mujer que no sabe ni a quién acudir, pues la ventana de su recá­mara fue usada para amarrar un plástico que es ahora el techo de la casa improvisada de este trotamundos.

“Ya no sé ni qué hacer, yo quisiera que se fuera de aquí, mire cómo está todo, y da directo a mi cuarto, y dicen que está en la calle y que la calle es de todos, y yo digo que sí es de todos, pero por qué afuera de mi casa, de mi cuarto, me llega el olor bien feo a mi cama, oiga no es justo”, dijo la desconcertada mujer.

“El señor está ahí y ven­de ropa usada y aquí afue­ra está el tendedero de ropa sucia que pudo para que la ente le compre, y nadie le compra nada, me da tristeza esto, porque yo entiendo lo duro que debe ser para al­guien estar en la calle pero insisto, por qué afuera de mi casa, yo quisiera que vinie­ran los del DIF y lo ayuda­ran a que se vaya a un alber­gue para que esté bien, para que no esté así a la intem­perie, pero también para qe no esté afuera de mi casa, es que no se imagina lo que se vive por estar así, tengo que tener cerrada la ventana porque está aquí afuera, en verdad que no es justo para nadie”, agregó.

En este sitio el indigen­te desarrolla todas sus ac­tividades: Come, duerme, orina y hasta defeca. Todo es soportado por la molesta ciudadana que se siente in­defensa ante lo que conside­ra una invasión a su priva­cidad.

Además hay que decir que en efecto hay un olor bastante desagradable de­rivado de la improvisada manera de vida que este hombre ha mantenido en un espacio tan reducido y sin preparación alguna para lo más indispensable.

Una gran cantidad de ba­sura se aprecia por doquier. Un tendedero que va de la pa­red a un árbol, tiene infinidad de prendas de vestir que el señalado indigente pretende vender para subsistir.

La imagen de aquello es cruda, pues retrata la necesi­dad en todo su esplendor, la falta de oportunidades que contrasta con el hartazgo y frustración de una mujer que se siente sola, incapaz de lidiar con este problema.