Con su sueldo de albañil no le ajustaba

Por Rafael Hernández Guízar

Fotografía relevante a la nota.

Para Lucio Zárate Franco, “El Dragón de Javier Mina”, como le conocen en las calles, las quemaduras y el fuerte sabor a combustible en la boca se han vuelto parte de su oficio, todo para poder sacar adelante a su familia: tiene un hijo enfermo/Foto: Francisco Tapia

La fuerte crisis económica obliga a muchos a buscar el sustento de formas que jamás creyeron.

Lucio Zárate Franco, “El Dragón de Javier Mina”, como le conocen en las ca­lles, es un ejemplo de esto, quien dejó su oficio como albañil para escupir fuego en las esquinas, y llevar así el sustento a casa.

“Pues es que dicen que López Obrador subió el sala­rio, pero de qué sirvió, si un kilo de pollo sale en 100 pe­sos y uno de jitomate en 20, agrégale las tortiillas y frijo­les y ya se fue el salario de un día, y eso es nada más en el almuerzo, ¿y lo demás?, O sea que se está gastando uno entre 300 y 400 diarios sino es que hasta más y eso no es algo que se gane en un trabajo así nada más. Yo por eso tuve que buscar otras opciones que me ayudaran a mantener a mi familia, porque tengo un hijo  enfermo”, dijo mientras sos­tenía unas antorchas y un bote con diésel.

“Yo tengo un hijo que te­nía hidrocefalia, ahorita ya le quitaron la manguerita pero quedó con daño cerebral y a veces le dan convulsiones y tenemos que traerlo al hos­pital y todo eso cuesta, por ejemplo se tiene que estar tomando unos medicamentos que cuestan mucho y no ajus­ta, pero bendito sea mi padre Dios, aquí en la calle hay gen­te que me apoya y pues logro sacar hasta 700 pesos en un día escupiendo fuego, aquí como el Dragón de Javier Mina”, agregó.

Resaltó que anteriormente trabajaba en la construcción pero la condición de salud de su hijo lo obligó a dejar el em­pleo y buscar alternativas que le permitieran cuidar de su fa­milia y llevar más dinero.

Las quemaduras y el fuer­te sabor a combustible en la boca se han vuelto parte de su oficio, gajes que se derivan de la forma en la que ha logrado por años hacerse cargo de los suyos.

“No pues apoyos no, no hay, nada más los que me manda mi padre Dios, la gen­te que me ayuda con una mo­neda, pero es todo”.

Y aunque ha tratado de buscar otras alternativas, los trabajos que han estado a su alcance no le dan lo suficiente para la manuten­ción de su hijo enfermo y su esposa, pues pagan renta y tan sólo en la condición de su pequeño gasta alrededor de tres mil pesos por mes, es decir, casi la mitad de lo que le pagan en la mayoría de los empleos.