Ancianos ofrecen tapetes, adornos, juguetes para niños…
Por Rafael Hernández Guízar
Para subsistir, adultos mayores en Guadalajara, no encuentran otra salida que la venta informal de productos de temporada en el Oriente de la ciudad.
Ante la problemática de no encontrar trabajo para poder solventar sus gastos, una gran cantidad de adultos mayores se han instalado en el camellón de la avenida Del Ejército, en esta ciudad capital, casi al cruce con la avenida González Gallo, en donde ofrecen diversos productos que va desde bebidas hasta juguetes y adornos.
“Pues que más hacemos, hay que sacar para nuestros santos frijoles, y para las medicinas, porque con la ayuda que recibimos de López Obrador, pagamos la renta eso hay que decirlo pero hay más gastos y hay que salirle al toro por los cuernos”, indicó uno de los ancianos entrevistados.
“Ya somos viejos, quién nos va a dar trabajo, nadie nos quiere porque piensan que somos un estorbo, no nos quieren dar trabajo porque piensan que no vamos a rendir igual que los jóvenes, y a lo mejor sí nos vamos a enfermar un poco más, pero quizá tenemos más habilidad para hacer muchas cosas porque tenemos más edad y más experiencia (…); yo por ejemplo estuve muchos años trabajando en la fábrica de zapatos Canadá, poco antes de que la cerraran tomé la decisión de salirme porque tuve problemas con el que era mi jefe y si me finiquitaron bien pero pues el dinero se acabó y ya no encontré trabajo y ya estaba grande de edad, y así le he estado batallando hasta que ya no me queda de otra que salir a vender costas, pero con mucha dignidad”, dijo.
Por temor a ser molestados en lo que hoy es su centro de trabajo, estos adultos mayores prefirieron el anonimato; sin embargo, reconocieron que no tienen el permiso del ayuntamiento tapatío para realizar estas actividades de comercio al aire libre.
Por ello hicieron un llamado al presidente municipal Pablo Lemus Navarro, para que les permita tener un permiso y puedan así trabajar sin temor a ser sancionados por los inspectores del ayuntamiento.
“Por piedad, es lo único que tenemos, no queremos que nos vaya a sacar de aquí, se nos va todo”.
La jornada dura más de ocho horas y trabajan bajo los rayos intensos del sol.