Las autoridades no hacen su trabajo

Por Pedro Zamora Briseño

Mayo 15, Colima, Colima (apro).– El caso de Viri­diana Tapia Cárdenas, des­aparecida en esta ciudad el 18 de mayo de 2019 y cuyo cuerpo permaneció casi tres años en una fosa común a pesar de que sus familiares habían aportado muestras de ADN, colocó en el ojo de la discusión pública el sistema forense de la entidad.

Esta situación despertó la incertidumbre de familiares de personas desaparecidas, quienes a partir de ese hecho expresan su desconfianza en el procedimiento para identi­ficar cuerpos y restos huma­nos, en tanto que la Fiscalía Especializada en Desapari­ción de Personas dio vista de ese asunto al Órgano Interno de Control de la institución.

Pero no es el único caso de este tipo: el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Co­lima (CDHEC), Roberto Ra­mírez, informa en entrevista con Proceso que ese orga­nismo humanitario abrió un expediente para investigar de oficio el hecho, pero éste se suma a tres quejas más de esa misma naturaleza que ya se encontraban en trámite.

Desde que desapareció su hija Viridiana en la colonia Nuevo Milenio, en el sur de esta ciudad, Blanca Estela Cárdenas Rodríguez nunca dejó de buscarla. Práctica­mente todas las tardes o no­ches salía a caminar por ba­rrios bravos, parques, calles y avenidas, mostrando foto­grafías de la joven y pidiendo información a algunos de los transeúntes que encontraba en su ruta.

Durante sus caminatas lo­gró identificar, y en algunos casos entablar conversacio­nes, con personas que, al igual que ella, de manera silenciosa e inadvertida, se encontraban peregrinando por distintos rumbos de Colima en busca del paradero de algún fami­liar.

Solitaria, la mujer también visitaba hospitales, cárceles y otros establecimientos; reco­rría lotes baldíos y extensos terrenos de la periferia, pal­pando el suelo con una varilla para detectar posible tierra re­movida. Regresaba exhausta a su casa, a veces de madru­gada y con frecuencia ya no lograba conciliar el sueño.

En el último año se unió a la Red Desaparecidos en Co­lima AC, desde donde partici­pó en búsquedas colectivas de fosas y tuvo acompañamiento en trámites y gestiones ante las autoridades.

No obstante, pasaron dos años y 11 meses desde la des­aparición de Viridiana para que, el 22 de abril de 2022, la Fiscalía General del Estado (FGE) notificara a Blanca Es­tela que el cuerpo de su hija estuvo casi todo ese tiempo sepultado en una fosa común, a donde había sido enviado por el Ministerio Público en calidad de desconocido.

Según la carpeta de inves­tigación, la muchacha fue en­contrada asesinada junto a un canal de riego de la cabecera municipal de Coquimatlán 20 días después de su desapari­ción –el 7 de junio de 2019–, cuando faltaban dos semanas para su cumpleaños 24.

A pesar de que en su mo­mento, tras la presentación de la denuncia, el hijo mayor y un hermano de la víctima do­naron muestras de ADN, ello no fue de utilidad para identi­ficar el cuerpo.

En febrero de este año, en una reunión de familiares de personas desaparecidas con Héctor Javier Peña Meza, nuevo encargado del despa­cho de la Fiscalía Especializa­da en Desaparición de Perso­nas, Blanca Estela Cárdenas expuso el caso de su hija, ante lo que el funcionario le sugi­rió que también ella aportara una muestra genética, la que finalmente hizo posible loca­lizar e identificar los restos de la joven desaparecida.

Tras recibir la noticia de que, mientras ella buscaba a su hija en las calles y en fosas clandestinas, el cuerpo había estado bajo resguardo de las autoridades en una fosa co­mún, Cárdenas Rodríguez se quejó de “la negligencia” del gobierno y cuestionó:

“¿Por qué esperaron tanto tiempo para avisarme el lugar donde estaba? ¿De qué sirve entonces que hayan tenido las muestras de ADN, que podían confrontar, si no lo hicieron?”

Trato inhumano

De acuerdo con el titular de la CDHEC, en el caso de Viridiana podrían acreditarse varias violaciones a los dere­chos humanos, pues desde su punto de vista hubo un “tra­to inhumano” derivado de la dilación de casi tres años en la entrega del cuerpo, lo que “incrementó el dolor de sus familiares”.

A su juicio “hubo revicti­mización y puede haber vio­lación al principio de legali­dad por esa dilación a la que se está sometiendo a las per­sonas”, por lo que considera que tendría que investigarse si se trató de una falla técnica o humana, así como determi­nar si esto conlleva un grado de negligencia de los servido­res públicos.

Roberto Ramírez añade que además de lo que resul­te de las investigaciones, la FGE debería al menos ofre­cer una disculpa pública a los familiares y hacer un análisis sobre si el hecho les generó un daño acreditable, para que éste les sea reparado.

Al respecto, el director de Servicios Periciales y Cien­cias Forenses de la FGE, José Antonio Granados Pé­rez, asevera en entrevista que la razón de la tardanza en la entrega del cuerpo de Viridia­na fue que las dos primeras muestras genéticas –donadas por un medio hermano y un menor de edad– no arrojaron resultados concluyentes que permitieran establecer una relación de parentesco.

Por lo anterior, dice, se solicitó un tercer familiar (la madre de la víctima) y, una vez que se hizo el estudio, de manera inmediata se obtuvo el resultado positivo, pero el funcionario refiere que la mu­jer no se había presentado en la primera ni en la segunda ocasión, sino hasta finales de marzo de este año y en abril ya se había logrado la plena identificación del cuerpo.

Granados Pérez asegura que el Laboratorio de Gené­tica Forense de la FGE, inaugurado en 2014, cuenta con equipos “de muy buen nivel para llevar a cabo todas las actividades de manera com­petente y segura”, por lo que actualmente se encuentra en proceso de acreditación para obtener la norma internacio­nal ISO/IEC 17025 de 2017, que incluye los requisitos ge­nerales para las competencias de los laboratorios de prueba y calibración.

En relación con la capaci­dad de las cámaras frigorífi­cas en las cuatro morgues que hay en el estado, José Anto­nio Granados señala que hay espacio para 80 cuerpos a la vez, y aclara que nunca se ha registrado una saturación.

Lo que sí se incrementó notoriamente en los últimos cinco años es el número de cuerpos no identificados que se enviaron a la fosa común. De 2017 a la fecha sumaron 366 cadáveres en esas cir­cunstancias, mientras que de 2010 a 2016 fueron 138, por lo que de 2010 a la fecha en Colima 504 cuerpos no iden­tificados se destinaron a la fosa común.

De acuerdo con los infor­mes oficiales de la Subsecre­taría de Derechos Humanos, Población y Migración, du­rante la actual administración federal el estado de Colima se colocó entre los que tienen mayor número de fosas clan­destinas y cuerpos recupera­dos en el país.

Conforme al registro na­cional en la materia, del 1 de diciembre de 2018 al 30 de junio de 2021 el municipio de Tecomán, Colima, ocupó el primer lugar nacional en hallazgo de fosas clandesti­nas, con 117, equivalentes a 6.69% nacional, mientras que Manzanillo se posicionó en el octavo sitio con 39, equiva­lentes a 2.23%.

En lo que se refiere a cuer­pos recuperados, Tecomán se ubicó en tercer lugar, con 181, sólo después de Tlajomulco de Zúñiga y El Salto, Jalisco, con 277 y 199 cadáveres res­pectivamente.

Después de la experiencia con el caso Viridiana, la pre­sidenta de la Red Desapare­cidos en Colima AC, Carmen Sepúlveda Gómez, pide que se investigue a fondo y se aclare dónde estuvo la falla, además de que las autoridades tomen medidas para que no exista ese tipo de demoras.

La activista considera que a fin de que haya tranquilidad sería prudente que la FGE volviera a realizar estudios de ADN y los confrontara con los resultados de los cuerpos sepultados en las fosas comu­nes.

Asimismo Sepúlveda Gó­mez se queja de que las inte­grantes de la Red han descu­bierto que no hay muestras de ADN de familiares de desapa­recidos colimenses en el esta­do de Nuevo León, mientras que en Jalisco, de un grupo de 15 personas, sólo había dos muestras, y sospecha que la misma situación podría es­tarse dando en el resto de las entidades.

José Antonio Granados asegura que la FGE de Coli­ma cumple puntualmente con el envío de las muestras de ADN a la Fiscalía General de la República, pues “existe la obligación nacional de todas las fiscalías y procuradurías de entregar nuestra informa­ción mensualmente y ellos tienen la obligación de hacer confrontas para que si tienen algún positivo, ellos nos in­formen”.

En el caso de Colima, re­fiere Granados, los familiares de personas desaparecidas no tienen de qué preocuparse, pues “estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad”.

En los últimos años, el cuerpo de Viridiana ha sido el único que ha sido exhumado de la fosa común y entregado a sus familiares para que le den sepultura. La entrega se realizó la mañana del viernes 29 en el Cementerio Munici­pal de Coquimatlán,de donde se trasladó al cementerio de Lo de Villa, comunidad del municipio de Colima. Los restos fueron sepultados junto a la tumba del padre de la jo­ven, fallecido de cáncer hace cinco años.

En el sepelio estuvieron presentes algunos familiares y amigos, así como los dos hi­jos de Viridiana, el mayor, de 10 años, y el menor, de cinco.

Junto con sus dos hijos y sus dos hijas, así como sus nietos, Blanca Estela Cárde­nas despidió a la joven con un emotivo mensaje: “Te bus­qué durante tres años, hija, tú lo sabes; te prometí que iba a encontrarte, les prometí a tus hijos que te encontraría, y aquí estás… no como yo hu­biera querido, hija; no como yo quería”.

Puntualizó: “Si Dios nos pone de nuevo en el camino, quiero volver a ser tu madre, quiero volver a estar conti­go, hija, abrazarte de nuevo. Fuiste la luz de mis ojos. Puedes irte tranquila, que mientras tenga vida yo es­taré al lado de tus hijos, yo velaré por ellos. Vete tran­quila, hija, descansa, ya vas a estar con tu padre”.