Incluso hay resultados alentadores en personas con VIH: Investigador UdeG

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Tras ocho semanas de inyectar el veneno en las zonas con acné, 90 por ciento de las personas presentaban una regeneración casi total de la piel, gracias a una enzima llamada hialuronidasa/Foto: Cortesía

El veneno de abeja puede curar diversos padecimientos como el acné severo, las vári­ces y hasta disminuir los efec­tos del Virus de Inmunodefi­ciencia Humana (VIH) Sida, afirmó el investigador del Centro Universitario de Cien­cias Biológicas y Agropecua­rias (CUCBA), de la Univer­sidad de Guadalajara, maestro Sergio Álvarez Barajas.

El académico del Depar­tamento de Biología Celular y Molecular, con más de 20 años en el estudio de las abe­jas, encabezó un estudio en el que aplicaron veneno de abe­ja a jóvenes estudiantes con acné severo en el rostro, con la intención de disminuir los procesos inflamatorios, des­truir la grasa y ayudar a res­taurar la piel.

Los investigadores extra­jeron la apitoxina del aguijón de la abeja y lo punzaron en el rostro de los participantes entre 50 a 100 veces, inyec­tando de esta manera natural las microdosis.

Tras ocho semanas de in­yectar el veneno en las zonas con acné, 90 por ciento de las personas presentaban una regeneración casi total de la piel, gracias a una enzima lla­mada hialuronidasa, que pro­mueve la replicación celular para el restablecimiento de la piel, explicó Álvarez Barajas.

Además de eliminar la grasa, este antídoto aporta hi­dratación a la piel, rellena las pequeñas arrugas y líneas de expresión que existen y da un aspecto más terso al rostro, añadió.

Eliminación de várices

Otra de las investigacio­nes realizadas por Álvarez Barajas consistió en aplicar el veneno de abeja a personas adultas con várices en piernas, quienes después de cuatro se­manas lograron restablecer la circulación sanguínea sin dolor, además de que el color oscuro de las venas desapare­ció.

Esto es posible debido a que el veneno contiene una sustancia llamada melitina hasta en 60 por ciento, que provoca la destrucción total de los ácidos grasos adheridos en las venas y que reducen el buen tránsito de la sangre sin dejar residuos que provoca­rían una trombosis.

Precisó que todos los ani­males que conocemos que pueden morder e introducir veneno al cuerpo humano tienen concentraciones al­tas de melitina y más de 80 por ciento de fosfolipasa, la sustancia que destruye los glóbulos rojos y blancos y provoca la muerte, pero las abejas son las que tienen más concentración de meli­tina (65 por ciento) y la más baja de fosfolipasa (menos de 1 por ciento), “de ahí sus grandes beneficios”.

Además de estas propie­dades, la apitoxina contiene dopamina y adolapina, muy eficaces para calmar el dolor y desinflamar cuando entran al torrente sanguíneo.

Luchar contra VIH

Los estudios realizados desde 2015 por el equipo de Álvarez Barajas entre perso­nas con VIH han dado resulta­dos preliminares alentadores. Hasta ahora han comprobado que la aplicación de veneno de abeja aumenta la produc­ción de los linfocitos CD4 (que son atacados por la en­fermedad) hasta mil unidades, es decir 33 veces más que sin el tratamiento.

“Ellos tenían CD4 en san­gre de 50 o 30 y veíamos que entre tres y seis meses la pro­ducción de los CD4 se iba a de 500, 800 o mil, mientras que las células CD8 (consideradas como indicadores de control de la enfermedad) que esta­ban disparados a 200 o 300 bajaban a su número normal, que son entre 50 y 100, y eso nos permitió saber que el ve­neno de abeja estaba actuando sobre los virus”, dijo.

El investigador precisó que este conteo tiene un im­pacto en la apariencia física y el ánimo de los pacientes, ya que su sistema inmune mejo­raba de manera considerable.

Precisó que aunque han tenido avances óptimos, no significa que este tratamien­to sea una cura o una vacuna, pues aún deben profundizar en esta investigación y cono­cer posibles efectos positivos y negativos para las personas enfermas de VIH.

El especialista afirmó que todas las personas pueden someterse a este tipo de tra­tamientos alternativos a la medicina tradicional, aunque antes deben de someterse a pruebas para descartar que sean alérgicos al veneno de abeja.

Los resultados y conclu­siones de estos estudios fue­ron compilados en el libro Abejas. Pequeñas grandes productoras de salud. Entre la vida y la muerte, editado por el CUCBA y que puede ser descargado de manera gratuita.