El incendio agravó crisis en el lugar
Por Rafael Hernández Guízar
Locatarios de San Juan de Dios indicaron que están muriéndose de hambre por la falta de ventas.
Tras el incendio que consumió una parte de los locales comerciales de este mercado que lleva por nombre Libertad pero es mejor conocido como San Juan de Dios, y que representa uno de los iconos comerciales de la ciudad capital, decenas de locatarios fueron reubicados en la planta baja del mercado, algunos de ellos incluso en el patio central donde no se está vendiendo lo suficiente para costear sus gastos.
“No está saliendo, yo por ejemplo tuve que descansar a varios de mis empleados y a otros les quité el sueldo base y la estoy pagando nada más con comisiones porque no nos está saliendo casi ni para nosotros”, dijo uno de los comerciantes entrevistados.
“Nosotros sí recibimos los 25 mil pesos que dio el ayuntamiento de Guadalajara como apoyo, pero la verdad es que nos duraron apenas dos días para poder pagar algunas cosas que estaban pendientes y para darles dinero a los muchachos porque no podemos descansarlos y mandarlos a su casa sin darles nada de dinero, entonces ahorita pues imagínese si hago una o dos ventas por día y con eso tengo que arreglármelas para sobrevivir, cuando antes vendíamos cantidades enormes de productos, y ahora 200 o 300 pesos y ya”, agregó.
Pero son también las caricias con las que están vendiendo sus productos lo que ha mermado sus ganancias a decir de otros comerciantes.
“Es que no hay ni luz, entonces los que hacemos grabados lo que necesitamos a toda costa es la luz, pues no podemos estar de niños como lo hacían, por eso estamos esperando a ver qué es lo que pasa, que nos den ya nuestro local”, señaló otra de las comerciantes entrevistadas.
Pero al interior del mercado tampoco las cosas se llevan de la mejor manera.
Muchos de los comerciantes que están cercanos a la zona que se quemó ya no están vendiendo.
Dicen que la gente ya no sube a comprar, pues se queda generalmente con lo que se vende en el patio.
La situación es de suma carencia tanto para los que están vendiendo bajo un toldo al haber perdido su patrimonio, como para los que siguen en sus locales pero que padecen por la falta de clientes, pero quizá la peor parte la llevaron los que fueron despedidos por no haber posibilidades para los patrones de seguirles pagando sus ya de por sí bajos salarios.