…Por si no fuera suficiente la rampante inseguridad en el municipio

La problemática que enfrentan es enorme; el mobiliario urbano no ayuda, lamentaron

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Los más afectados son los adultos mayores o personas con discapacidad física o de salud, quienes a diario enfrentan recorridos más largos en tiempo y distancia, explicaron académicos de la UdeG/Foto: Especial

En Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, existen fracciona­mientos populares en los cua­les se descuida la movilidad peatonal; esto provoca reco­rridos más largos en tiempo y distancia, incluso un desem­bolso económico mayor. Los más afectados son los adultos mayores y las personas con alguna discapacidad física o de salud.

Tan sólo en Villas de la Hacienda hay personas que caminan más de un kilóme­tro 600 metros para salir del fraccionamiento, resalta un estudio de José Luis Argueta Mayorga, egresado del Doc­torado en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad, del Centro Universitario de Arte Arqui­tectura y Diseño (CUAAD) de la UdeG.

Argueta Mayorga, ase­sorado por la doctora Edi­th Rosario Jiménez Huerta, directora de la División de Diseño y Proyectos del CUA­AD, visitó alrededor de 14 fraccionamientos en la peri­feria de Guadalajara; encon­tró que en la mayoría existe un solo acceso, se carece de locales comerciales cercanos o están vacíos, y no hay bue­nas condiciones de movilidad peatonal.

Esta investigación forma parte del libro La movilidad peatonal en un nuevo frac­cionamiento cerrado de in­terés social, extracto de su tesis doctoral, editado por el CUAAD y la UdeG. La pu­blicación fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2021.

Alrededor de 75 por ciento “de la población, dependien­do del viaje que realizaba, se movía de manera peatonal o en mototaxis”, detalló Ar­gueta Mayorga. Al respecto, Jiménez Huerta dijo que eso genera el empleo de transpor­te informal, que no tiene las mejores condiciones, pero que es una alternativa.

Argueta Mayorga comen­tó que una persona, sin algún impedimento físico o enfer­medad, puede recorrer el tra­yecto de su casa a la salida del fraccionamiento en que vive en alrededor de 15 minutos, pero hay mayores de edad o con algún padecimiento que demoran hasta casi dos horas. En términos de sostenibilidad e inclusión, los recorridos de­berían ser de entre 300 y 400 metros, o 10 minutos de tiem­po, a lo sumo, precisó.

“Entrevisté a una señora joven, embarazada, que ya tenía dos hijos pequeños y debía llevarlos a la escuela, que no se encontraba dentro del fraccionamiento (…). Ella misma hacía una hora”; esto, sumado al regreso a su casa y al centro educativo le tomaba en total tres horas del día, na­rArgueta Mayorga.

“Realmente, la problemá­tica de esta gente es muy di­fícil, y más si pensamos que lo hacen bajo el rayo del sol, porque el mobiliario urbano no ayuda, los espacios públi­cos no están cuidados y no hay árboles que den sombra”, abundó Jiménez Huerta.

Ante este panorama, la po­blación creó veredas o rom­pieron bardas para acceder a las calles principales; tales intervenciones les permitie­ron disminuir recorridos y mejorar por su propia vía la movilidad.

El egresado y la académi­ca de la UdeG plantearon la necesidad de que los cons­tructores y las autoridades correspondientes tomen en cuenta a los ciudadanos y sus necesidades, ya que la movi­lidad peatonal no sólo implica una banqueta, sino también se relaciona con usos de suelo, accesos, arbolado, seguridad, entre otros elementos.