Para que productores diversifiquen productos
Las comunidades de El Fresnito, en Zapotlán el Grande y El Rodeo, en Gómez Farías, son las poblaciones en las que el Centro Universitario del Sur (CUSur) puso en marcha, con apoyo del Conacyt, un programa piloto para la instalación de parcelas agroecológicas.
Este proyecto tiene como antecedente una parcela instalada en el plantel universitario en 2013 que trabaja en vinculación con los productores, expresó el doctor Alejandro Macías Macías, investigador del CUSur y coordinador del proyecto.
“Lo que buscamos es que los productores sean los responsables del manejo de esas parcelas. En El Fresnito estamos instalando una, y en El Rodeo son tres. Además, estamos trabajando colectivamente con otras universidades y se están instalando otras parcelas, tres en Nayarit y seis en Chiapas. Es un proyecto que abarca diferentes partes del país. La idea es que se instalen estas parcelas de acuerdo con las necesidades locales, características del entorno y que integren diferentes aspectos relacionados con la ecología”, apuntó.
Con esta acción se busca modificar la dinámica productiva imperante que está generando problemas ambientales en todo el país; por ello, las parcelas incluyen la diversificación de cultivos, el rescate del sistema de producción milpa, la instalación de zonas de apicultura para la protección de las abejas y la generación de sistemas para captar agua de lluvia.
“Se han instalado farmacias vivientes, cortinas de árboles forestales y promovido el rescate de plantas que eran muy importantes en la región y que han venido siendo desplazadas, como el maguey pulquero. El proyecto va acompañado de otras actividades como la instalación de huertos de traspatio en las casas, manejados por mujeres; huertos escolares que permitan vincular actividades educativas con la agroecología”, precisó Macías Macías.
El académico explicó que las diferencias entre las parcelas tradicionales y las agroecológicas son que en estas últimas no se utilizan fertilizantes, agroquímicos, semillas procesadas, que es algo que caracteriza a la agricultura industrializada y que son perjudiciales para la salud, las parcelas y el medio ambiente.
“Se produce de manera orgánica; además está la diversificación de la propia unidad productiva, pues en lugar de ser un monocultivo hay una de diversificación, y en la misma parcela tenemos producción de granos, hortalizas, frutales, producción animal y se genera un ecosistema al interior de la parcela”, describió el investigador.
Aunado a lo anterior, el productor se protege porque tiene varios cultivos; además de que mucha de la producción va al autoconsumo y la parcela permite la integración de las comunidades porque el trabajo es colectivo, algo que se ha venido perdiendo en las comunidades.
“Lo que busca la agroecología es el respeto de los saberes ancestrales, la forma en que se producía anteriormente con los pueblos indígenas, incorporando avances tecnológicos que sean adecuados y que vayan en favor del cuidado del medio ambiente. Así generarían productos más saludables, se enriquecen las posibilidades de ingresos para las familias, especialmente los que son desplazados por el modelo agroindustrial”, dijo.
Este proyecto, que surge del modelo Practi-torio comunitario y buen vivir, en el cual han integrado actividades que tienen que ver con la producción agrícola sustentable, las economías solidarias y el rescate de saberes y escuelas rurales, está programado para desarrollarse durante tres años.