Advierten investigadores del CUCosta:

Fotografía relevante a la nota.

“Al momento de que los buzos remueven la arena, donde viven pequeñas especies, cambia el comportamiento de otros peces de alrededor”, explicaron especialistas del Centro Universitario de la Costa, de la UdeG/Foto: Cortesía

Al igual que una herida que se infecta en la piel, el roce de las aletas de los buzos puede rasgar el coral y generar el mismo efecto en dicha especie marina, gracias a infecciones bacterianas

Investigadora del CU­Costa identifica numerosos contactos por descuidos entre buzos y la biota en el área na­tural de Los Arcos, en Puerto Vallarta

Por mucho tiempo se ig­noró lo que un mal buceo puede ocasionar en el lecho marino, práctica que es co­mún en áreas naturales de Puerto Vallarta, como la de la zona de Los Arcos, al Sur del municipio.

Por ello, Natalia Balza­retti Merino, doctorante en Ciencias para el Desarrollo, la Sustentabilidad y Turismo del Centro Universitario de la Costa (CUCosta) de la UdeG, realizó una investigación para su tesis de maestría en la que da cuenta de lo que suele ocu­rrir durante esta práctica.

“Medimos los impactos, entendidos como el número de contactos que ejercen los buzos con la biota marina, el fondo marino o con alguna especie. De 101 buzos en­contramos más de 9 mil con­tactos; estamos hablando de números muy altos. Ahí mos­tramos 200 o 300 por ciento más que en otros estudios en el mundo”, compartió.

“Encontramos que la ma­yoría eran contactos no inten­cionales, lo cual quiere decir que responde a un mal entre­namiento o a una mala prácti­ca de los buzos”, agregó.

Si bien no se ha hecho aún un estudio de lo que los con­tactos entre los buzos y la bio­ta marina pueden ocasionar a largo plazo, Balzaretti Merino señaló que identificó que “al momento de que los buzos re­mueven la arena, donde viven pequeñas especies, cambia el comportamiento de otros pe­ces de alrededor”.

“Los peces depredadores siguen a los buzos, esperando que levanten el sedimento para alimentarse. Entonces, ahí ya estamos ejerciendo un cambio de comportamiento”, detalló la doctorante.

Mencionó que en el lecho marino, por donde se bucea, ya casi no hay presencia de gorgonias marinas (género de octocorales que parecen pe­queños arbolitos), “y las que hay, están muy estresadas y tratan de esconderse en las pequeñas peritas que tienen”, describió.

Destacó que, al igual que una herida que se infecta en la piel, el roce de las aletas de los buzos puede rasgar el coral y generar el mismo efecto en dicha especie marina, gracias a infecciones bacterianas.

Recalcó que es necesario que este tipo de investigacio­nes se deben realizar cada seis meses, y que el CUCosta ofre­ce certificaciones para la prác­tica del buceo, como parte de los créditos universitarios.

Basta con una mejor preparación

Desde hace años Balzaretti Merino bucea, y dijo que con su estudio se busca que estas malas prácticas se corrijan, pues además es sencillo de hacerlo.

“Dedujimos que había una correlación entre los buzos que hicieron un mayor núme­ro de contactos y los instruc­tores y guías que llevaban al grupo de buzos, quienes tam­bién ejercían contacto con el fondo marino”, detalló.

Indicó que no hay dolo en dichas prácticas, pues consi­dera que sí hay conciencia en los prestadores de servicio de buceo; sólo bastaría sociali­zar los efectos de los descui­dos para que dejen de ocurrir, papel que la investigadora sí busca asumir.

Señala investigadora amenaza en Los Arcos

Los Arcos es una de las zonas naturales protegidas de Puerto Vallarta (a la par de las Islas Marietas) con alrededor de un kilómetro de radio a la redonda, considerada una de las más biodiversas en Jalis­co. Aquí se encuentran man­tas gigantes, ballenas joroba­das, tiburones ballena, pulpos, aguiluchos y más.

A nivel de playa se puede ubicar gracias a sus grandes peñas que emergen del mar y que forman arcos naturales; éstas se ven desde práctica­mente todos los puntos de la Bahía de Banderas, en Naya­rit y Jalisco.

Pese a ser una área de pro­tección, inmobiliarias buscan urbanizar con torres y mue­lles en el espacio de la playa próximo a Los Arcos, mismo que ha sido señalado por la ciudadanía.

“La zona terrestre se le llama ventana al mar y ahí no debería de construirse. De hecho se construyó un espi­gón (ya está clausurado) que está invadiendo esta ventana al mar, que pertenece al mu­nicipio. La ventana al mar le permite a las especies un flujo de ir y venir entre el mar y la montaña”, externó.

Actualmente, sólo hay un hotel que está cerca de Los Arcos, pero acusó que sus propietarios buscan crecer­lo a lo largo de la playa y la montaña. “La comunidad de científicos y de toda la zona estamos preocupados del im­pacto tan grande que pudiera tener ese desarrollo”.

Recordó que aunque ac­tualmente Los Arcos está libre de pesca, aún hay situaciones legales que mantienen en re­sistencia a la zona frente a la urbanización.

“Es una zona geopolítica­mente complicada, pues a la hora de regular más las Islas Marietas, el mayor peso de visita de turistas se va a Los Arcos, y no se le ha dado la importancia de protección que se requiere”, manifestó Balzaretti Merino.

“A pesar de que Los Ar­cos ha tenido una seria baja de corales, sigue siendo re­fugio de flora y fauna marina increíbles; si le echamos tan­titas ganas tendríamos un lu­gar precioso, pues siempre lo comparamos con Cabo Pul­mo, en Baja California Sur”.

Otro daño que se ocasiona en el lugar es el de las anclas de boyas, “que al no tener el peso indicado se convierten en catapultas que rompen el poco coral duro que queda en la zona”, denunció.