Estamos ante un arma de doble filo, advierte especialista

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Aunque la decisión del máximo órgano de justicia es acertada y responde a las demandas de grupos feministas, también podría ser aprovechada para otros intereses que van en contra de los derechos promovidos por ese movimiento, afirmó Núria González López, autora del “libro Vientres de alquiler”/Foto: Especial

El pronunciamiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para declarar inconstitucional la criminalización del aborto en México es un arma de doble filo que si bien da el derecho a las mujeres para decidir so­bre su cuerpo, también abre la puerta para que las empre­sas dedicadas a la gestación subrogada, conocida como “vientres de alquiler”, puedan establecerse de manera legal en el país, afirmó Núria Gon­zález López.

En la presentación de su libro Vientres de alquiler. La mala gente, organizada por académicas del Centro Uni­versitario de Ciencias Socia­les y Humanidades (CUCSH) de la UdeG y de la organi­zación Parité. Observatorio Ciudadano de la Participa­ción Política de las Mujeres, la académica y asesora decla­ró que aunque la decisión del máximo órgano de justicia es acertada y responde a las de­mandas de grupos feministas, también podría ser aprove­chada para otros intereses que van en contra de los derechos promovidos por ese movi­miento.

“La decisión de la Supre­ma Corte no sólo da la razón a la no criminalización del aborto, sino que insta a las en­tidades federativas a legislar en la materia, más claro que el agua. Es un arma de doble filo: está bien y ya es hora de que en México deje de haber mujeres en la cárcel por abor­tar; el derecho al aborto es un derecho humano, pero hay que tener muy claro de dón­de viene el tiro, que si ha sido ahora no es casual, porque sino hay aborto no puede haber industria de los ‘vientres de alquiler’, porque de otra ma­nera no se pueden terminar los contratos”, explicó.

González López, quien ha sido Jueza del Tribunal de Derechos Humanos de Muje­res Indígenas en la Conferen­cia Mundial de los Pueblos Indígenas de la ONU, explicó que estas empresas funcionan en países desarrollados y en los más pobres bajo un es­quema en el que conectan a parejas heterosexuales u ho­mosexuales con mujeres por lo general precarizadas que rentan su cuerpo para parir un hijo.

La manera de hacerlo es mediante contratos en los que la mujer debe firmar desde antes de embarazarse, lo que la obliga a aceptar ingerir todo tipo de medicamentos para favorecer la fertiliza­ción, así como someterse a todo tipo de procedimientos para lograr un embarazo en el que los contratantes estén sa­tisfechos con el producto, lo que incluye la posibilidad de practicar abortos selectivos si el feto viene con alguna mal­formación o defecto.

Detalló que en estos con­tratos la mujer no tiene posi­bilidad de arrepentimiento y debe de seguir las indicacio­nes de los contratantes y de la empresa que la reclutó hasta que se desprenda del bebé.

“Son contratos que ver­san sobre una materia que no deberían versar –abundó–, porque las personas están fuera de contratos mercanti­les. Además de eso, para que un contrato sea válido es que haya posibilidad de arrepen­timiento en alguna de las dos partes, y en éste no lo hay, sólo con eso lo haría nulo ante cualquier tribunal. Es decir, estamos ante una serie de fraudes de ley, de antiju­ricidad, que se aplican y se manejan porque hay interés de empresas que quieren que sea así”.

Dijo que en España este tema es reprobado por la opi­nión pública porque involu­cra no sólo la vulneración de los derechos de las mujeres, sino también los de las niñas y niños; por ello, es importan­te que la sociedad mexicana conozca el tema antes de que los intereses de las empresas impulsen una legislación para favorecer esta forma de ma­ternidad.

La doctora María Antonia Chávez Gutiérrez, académi­ca del CUCSH y miembro del Observatorio Latinoame­ricano de Trata de Personas, subrayó que esta forma de reproducción asistida es una de las modalidades de trata de personas que, sin embargo, no está identificada ni reconoci­da por el gobierno mexicano.

“En el caso de México no está reconocido dentro de esas once modalidades de tra­ta de personas. La pregunta es qué tendría que replantearse jurídicamente, desde los di­ferentes escenarios, para ga­rantizar la visibilización de que los vientres de alquiler es una forma más de la explota­ción de los cuerpos humanos sumados al trabajo forzado y a la explotación sexual”, de­nunció.