“Ya no es guerra entre dos, es contra todos”, lamentan familiares de víctimas

En este municipio, a ocho personas las desaparecieron en tan sólo 17 días. El aumento de las desapariciones y las balaceras han ocasionado el desplazamiento forzado de cerca de 700 habitantes en nueve comunidades ubicadas en esta región ubicada en los límites con Zacatecas

Por Mónica Cerbón para el proyecto A dónde van los desaparecidos*

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Reclamo. Familias de personas desaparecidas se manifiestan en la Plaza Principal de Teocaltiche/Fotos: Mónica Cerbón

Octubre 20, Ciudad de México (apro).- La comuni­dad de Rancho Nuevo se ha quedado casi vacía. En la pe­queña plaza hay cinco hom­bres sentados —la mayoría ancianos— rodeados por ca­sas abandonadas, con puertas de las que penden candados. Las tiendas de abarrotes están cerradas y la pequeña iglesia luce deshabitada. Las des­apariciones de personas y las balaceras entre grupos crimi­nales, que se incrementaron desde el 2020, convirtieron en un gran pueblo fantasma a esta región de los Altos Norte de Jalisco.

Ahí, en mayo de este año, trescientas personas huyeron de sus hogares. Se fueron ya sea a Teocaltiche (la cabe­cera municipal), a Estados Unidos o a otros municipios cercanos. Quedan, al menos, ocho familias que se niegan a dejar su patrimonio. Otras no se van por falta de recursos. Ellos siguen resistiendo.

En Rancho Nuevo, la so­ledad se ha convertido en la regla. Pocos habitantes han regresado por sus pertenen­cias; la mayoría son mujeres, porque los hombres temen ser desaparecidos. Los policías ya no entran a patrullar. El miedo no se esconde.

Es 19 de septiembre. Para entrar a la comunidad, hay que recorrer siete kilómetros de un camino sin pavimentar lleno de vegetación y hacerse acompañar por policías esta­tales, que junto con la Guar­dia Nacional y el Ejército, dirigen las tareas de seguri­dad en el municipio, pues en octubre del 2020 el Gobierno Estatal determinó desarmar a los policías municipales de Teocaltiche, implicados en desapariciones forzadas y abusos de autoridad.

“Nosotros venimos nada más cuando recibimos repor­te. Cuando entramos, veni­mos varias patrullas porque una sola olvídate, nos pegan un matadón. Está delicado, hay que tener valor para en­trar”, dice uno de los policías estatales mientras camina con dificultad por el peso de las armas que le cuelgan del cuerpo. Él y sus compañeros lucen nerviosos.

En la narrativa oficial, la violencia que desde 2017 se desató en Teocaltiche, muni­cipio ubicado en los límites de Jalisco con Zacatecas, es producto del enfrentamiento entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Si­naloa, que se disputan el terri­torio de ambas entidades.

A esos grupos se les atri­buyen las balaceras y las des­apariciones de personas, sobre todo de hombres jóvenes que son llevados a reclutamiento forzado, como se presume por los campamentos de trabajo y laboratorios de grupos crimi­nales encontrados en la zona serrana de los Altos Norte de Jalisco, explica Anna Karoli­na Chimiak, codirectora del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD).

“La presencia de la Guar­dia Nacional, aparte de que es una situación temporal y pro­visional, parece que no ha sido efectiva y no ha logrado evi­tar los enfrentamientos y las graves violaciones a derechos humanos. Además, de acuer­do con familiares de personas desaparecidas en Teocaltiche y en la zona, tampoco ha ha­bido avances en las acciones de búsqueda e investigación”, asegura Anna Karolina.

Teocaltiche tiene alrede­dor de 40 mil 100 habitantes, según el último censo del INEGI. En ese municipio hay 50 personas desaparecidas, 37 son hombres de entre 20 y 34 años de edad, de acuer­do con los datos del Registro Nacional de Personas Des­aparecidas y No Localizadas (RNPDNO). Aunque hay re­porte de desapariciones desde el 2009, la cifra incrementó en 2017 y a partir de enton­ces no ha disminuido. Tan sólo en 2021 se han recibido, al menos, 16 denuncias por desaparición, asegura Blanca Trujillo, titular de la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas en el estado de Jalisco. Las familias de vícti­mas mencionan que muchas personas no denuncian por miedo a represalias.

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Carteles de búsqueda colocados por familiares de víctimas de desaparición en el kioso de la Plaza Principal de Teocaltiche

En la actualidad Jalisco es la entidad con mayor número de personas desaparecidas en todo el país, de acuerdo con los datos del RNPDNO. Ahí, desde 1967, 14 mil 380 per­sonas han desaparecido. El 84% son hombres, la mayoría en un rango de 15 a 49 años de edad. Los registros de des­apariciones se cuentan por centenas a partir del 2009 y por millares desde el 2017.

Huir para que no los desaparezcan

Una maestra rural de la zona, que por temor prefiere omitir su nombre, cuenta que en mayo pasado, cuando las familias decidieron salir de sus comunidades por la vio­lencia y las desapariciones, al menos una decena de adoles­centes y jóvenes menores de treinta años huyeron como indocumentados a Estados Unidos.

“Los amenazaron, llega­ron a sus casas a tocarles y a buscarlos uno por uno para reclutamiento forzado. Enton­ces corrieron y se fueron. A unos les tocó suerte y pasaron pronto, otros le batallaron. Se fueron de ilegales”, dice.

Teocaltiche y sus comu­nidades —según sus habitan­tes— eran lugares tranquilos: “no pasaba nada, ni bueno ni malo”, dicen. En ese munici­pio las personas se dedican a la ganadería y a la producción de leche. La exigencia que le han hecho a todos los gober­nantes —al recién concluido gobierno municipal, del pa­nista Abel Hernández Már­quez; a la administración que inició el pasado 5 de octubre, del morenista Juan Manuel Vallejo Pedroza y al Gobierno Estatal— es la misma: que garanticen la seguridad de la zona para poder salir de casa y regresar vivos.

Ismael Reynoso es un or­deñador de 49 años que des­apareció en Rancho Nuevo la mañana del 5 de mayo del 2021. Salió a barrer sus co­rrales y no volvió, en el lugar sólo quedó una escoba tirada. Su familia dice que antes de la desaparición ya se habían registrado tres balaceras en la zona. Luego de conocerse la noticia sobre Ismael, querido por la comunidad, las familias empezaron a huir.

“Cuando pasó lo de él fue como un balde de agua fría, porque es una buena persona. A la gente le dio miedo. Tuvi­mos que vender todo para em­pezar de cero, nuestras vacas, nuestras gallinas. Fue muy difícil porque mi papá trabajó muchos años para conseguir lo que teníamos, como para dejarlo de un día para otro por la inseguridad. Los animales casi casi los regalamos y tu­vimos que dejar todo y venir­nos así, sin nada”, dice entre lágrimas la hija adolescente de Ismael.

Rancho Nuevo, donde an­tes había fiestas hasta la ma­drugada y se podía caminar por los cerros que lo rodean sin correr riesgo, no es la única comunidad de Teocal­tiche de donde las familias han huido; el desplazamiento forzado también ocurrió en San Gaspar, El Saucito, Ran­cho Mayor, Rancho El Salto, Agua Tinta, Los Pocitos, Los Sauces y El Rosario. En total, cerca de 700 personas tuvie­ron que abandonar sus hoga­res.

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Familiares de víctimas de desaparición protestan a las puertas cerradas de la Presidencia Municipal de Teocaltiche para exigir resultados y justicia por las personas desaparecidas/Fotos: Mónica Cerbón

El problema ha sido mini­mizado por el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien en mayo de este año —cuan­do las familias tuvieron que huir de sus hogares— se negó a reconocer el desplazamien­to forzado.

“Hay una narrativa del gobernador con tendencia de minimizar la problemática o presentar una postura de que el problema ya está resuelto. Es una narrativa de éxito o como si no pasara nada, mien­tras que la situación se hace cada vez más grave”, explica Anna Karolina, de CEPAD.

“Hace como dos semanas, una pareja del Rancho Men­docina, junto a Rancho Nue­vo, fueron a buscarme a mi casa y me dijeron que ya se querían ir, porque hubo otra balacera y tienen miedo. Po­nen los colchones junto a la puerta para evitar que entren las balas”, platica un habitan­te de la comunidad que prefie­re no dar su nombre.

“Queremos justicia. Queremos salir y regresar”

A poco más de diez kiló­metros de distancia de Ran­cho Nuevo, en la Plaza Princi­pal de Teocaltiche, la familia de Ismael Reynoso y unas 60 personas gritan para exigir justicia por las personas des­aparecidas en el municipio. En 17 días, del 29 de agosto al 14 de septiembre, ocho perso­nas desaparecieron; sólo tres han sido localizadas, pero sus familias prefieren no dar más detalles, por miedo a sufrir re­presalias.

La manifestación arrancó el 19 de septiembre desde el estacionamiento de un cen­tro comercial, donde el 17 de noviembre del 2017 se regis­tró la primera balacera en la zona urbana del municipio, “se siente que ya no es guerra entre dos, sino contra todos”, dice Mauricio Medina, que acompaña la protesta.

Desde la acera, cientos de habitantes miran a las fami­lias que marchan gritando “te­nemos miedo”. Casi ninguna de las personas que integran la manifestación quiere dar su nombre, pues algunas fami­lias de víctimas desaparecidas ya han sido amenazadas.

Una señora no puede ocultar las lágrimas. Su hijo, Sergio Mejía Andrade, que apenas cumplió 24 años, des­apareció el 22 de abril del 2021 cuando salía de su tra­bajo y se dirigía a comprar un helado. La familia vivía en Rancho Nuevo. De la desapa­rición de Sergio hay muchos testigos, cuenta su madre. Hombres armados lo bajaron de su camioneta, nadie hizo o dijo nada, “¿quién va a decir algo con semejantes armas? Las personas lloran cuando recuerdan eso, porque todos en el rancho lo querían mu­cho”, añade.

“Estamos viviendo una si­tuación muy tremenda, ya no podemos ir al rancho. Deja­mos nuestra casa abandonada y aquí nadie hace nada. Ya re­portamos y no sabemos si mi hijo vive o muere. Ni nuestras cosas nos trajimos. Aquí nos ayudan con una despensa pero no sabemos hasta cuándo. Es­tamos esperando un milagro de Dios porque la policía no hace nada”, dice la madre de Sergio.

Cuando Juan Pérez Pérez, un campesino de edad mayor desapareció, no hubo testigos. El 13 de septiembre pasado fue con un amigo a alimentar ganado y ya no regresó. Su amigo no sabe qué pasó, no vio nada. De Juan Pérez solo quedó una mochila tirada.

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Horas después de la protesta, los familiares de las víctimas tapizaron de cartulinas y carteles de búsqueda la puerta de la alcaldía de Teocaltiche

Lo mismo sucedió con Juan Pablo Aguilera, de 27 años, y Rogelio Macías Qui­jas, de 43, que a las 9:30 de la mañana del 29 de agosto del 2021, salieron a llevarle agua al ganado en Rancho Puerto de Luna (otra comunidad de Teocaltiche), y no regresa­ron.

“Esto va de mal en peor cada día, nos sentimos inse­guras porque ya no puede uno ni salir a trabajar, no sabes si vas a regresar o no”, dice la esposa de Rogelio Macías.

La familia de Brenda Can­delaria Ramos, de 16 años, también está en búsqueda. Ella y su madre se dedican a la pepena. Viven en la co­munidad de Analco. En casa no tienen baño. El pasado 6 de septiembre, Brenda salió a hacer sus necesidades y no volvió.

“Nosotras somos de un ranchito y no tenemos co­sas, ella dijo que iba al baño y no regresó. El baño no está tan lejos, sucedió como a las 2:30 de la tarde. Es muy tris­te, no sabemos en dónde está ni nada. Mi muchachita es de las más chiquitas”, cuenta su madre.

Tras las manifestaciones de las familias de víctimas, Jesús Escobar Pérez, un hom­bre joven, desapareció. La última vez que su familia lo vio fue el pasado 8 de octubre cuando salía de su casa –en la comunidad de Jesús Aguirre– hacia su trabajo. Casi una se­mana después, el día 14 del mismo mes, fue localizado sin vida.

La colusión de agentes estatales y municipales

Los ocho municipios de la región Altos Norte de Jalisco son territorio disputado por grupos del crimen organiza­do, de acuerdo con Anna Ka­rolina Chimiak, codirectora del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD). Pero en la zona se ha identifi­cado a policías municipales y estatales relacionados con ca­sos de desaparición forzada.

En Encarnación de Díaz, Lagos de Moreno y Ojuelos —cercanos a Guanajuato y Aguascalientes— hay una disputa entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel Santa Rosa de Lima. Mientras que en Teocaltiche, San Juan de los Lagos, Vi­lla Hidalgo y Jalostotitlán —cercanos a Zacatecas— se ha identificado una disputa entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa.

“En Teocaltiche hubo al­gunos eventos que han tras­cendido a nivel estatal, sobre todo desde la parte de en­frentamientos o localización de armas o artefactos explo­sivos, chalecos antibalas, o armamento”, añade Anna Karolina.

La especialista explica que en 2020, hubo casos de des­aparición en Teocaltiche que atrajeron la atención de las autoridades estatales. El 22 de junio del año pasado, Vanesa Liseth Martínez Zepeda, de 29 años, y Omar Leonel Gonzá­lez Ornelas, de 22 años, des­aparecieron en el municipio. De acuerdo con información de Zona Docs, ambos fueron detenidos arbitrariamente por policías municipales y perma­necieron 15 horas en la Comi­saría, sin que sus familiares fueran informados.

Por la desaparición de Va­nessa y Omar —que siguen sin ser localizados— fueron detenidos tres policías muni­cipales de Teocaltiche y una mujer. Durante el juicio, la Fiscalía de Jalisco no logró conseguir que los tres policías fueran vinculados a proceso. En octubre del 2020, dos de los elementos fueron libera­dos, mientras que al tercero y a una mujer se les acusó del delito de desaparición forza­da, pues ambos fueron dete­nidos con pertenencias de las víctimas.

Casi un mes después de la desaparición de Vanessa y Omar, el 18 de julio del 2020, desaparecieron Bryan Medina Carrillo y Daniel Rodríguez Sandoval, de 18 y 16 años, respectivamente. Ellos via­jaron desde Guadalajara ha­cia Teocaltiche para comprar chatarra o fierro viejo. De acuerdo con testigos, la última vez que fueron vistos estaban siendo detenidos y golpeados por elementos de la Policía Municipal.

En octubre de ese año, la Comisaría de Jalisco deter­minó intervenir y desarmar a la Policía Municipal de Teo­caltiche por presuntos abusos, excesos y sospechas de irre­gularidades. La Policía Esta­tal, la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano tomaron las riendas de la estrategia de seguridad en el municipio.

El caso de los cuatro jóve­nes desaparecidos en Teocal­tiche, con la presunta parti­cipación de policías, no es el único en la zona de los Altos Norte de Jalisco. El 26 de julio del 2021 otros cuatro jóvenes de entre 19 y 24 años de edad que viajaban desde San Luis Potosí hacia el municipio de Tonalá para trabajar, desapa­recieron en Lagos de Moreno —a una hora de Teocaltiche y a dos de Tonalá— tras ser de­tenidos por policías estatales de Jalisco. Hasta la fecha no han sido localizados.

Aunque en febrero del 2021 colectivos de búsqueda y organizaciones civiles feste­jaron la aprobación de la Ley de Personas Desaparecidas de Jalisco, aún se mantienen di­versos pendientes, entre ellos el análisis de contexto de las desapariciones en cada región del estado, como la de Altos Norte. Además, aunque la ley lo prevé, aún no se conforman células de búsqueda munici­pales. Hasta la publicación de este reportaje, la Comisión Local de Búsqueda de Jalisco no dio respuesta a la solicitud de entrevista.

“¿Uno qué hace? Si uno se pone a buscar ya ve lo que le pasa a la gente, también la ma­tan”, dice la madre de Sergio Mejía Andrade, desaparecido hace seis meses, mientras le­vanta la fotografía de su hijo por las calles de Teocaltiche.

*Monica_Cerbon es re­portera independiente e inte­grante del Proyecto A dónde van los desaparecidos. http://www.adondevanlosdesapare­cidos.org es un sitio de inves­tigación y memoria sobre las lógicas de la desaparición en México.