Tala ilegal para sembrar aguacate generó inundación en San Gabriel

De acuerdo con la Profepa, el cambio de uso de suelo sin autorización para el establecimiento de huertas de aguacate en San Gabriel provoca “la merma de filtración de agua por parte de pinos y encinos, pérdida de flora y fauna local, y alteración del equilibrio ecológico”

Por Gloria Reza

Fotografía relevante a la nota.

La tarde del 2 de junio de 2019 bajó una enorme corriente de agua, lodo y troncos quemados del cerro hacia San Gabriel, arrastrándolo todo. Murieron cinco personas y hubo más de 3 mil damnificados. Al poco tiempo de la tragedia, los pobladores se organizaron para denunciar tala clandestina, pero desistieron porque a los pocos días recibieron amenazas de muerte/Foto: Especial

San Gabriel, Jalisco (apro).- Sofía aún recuerda con detalle lo que sucedió el 2 de junio de 2019, alrededor de las 17:00 horas, cuando iba a llegar a un supermercado jun­to al río Salsipuedes: “Empe­cé a sentir que vibraba el piso; pensé que estaba temblando, pero no sentía que se viniera más fuerte la sacudida y dije: ‘Algo está raro’. Me asomé a los corredores del supermer­cado y no había nadie”.

Miró hacia la calle y vio una corriente de agua con lodo y troncos quemados. Corrió a la esquina. Su sor­presa fue que el arroyo había crecido a tal grado que arras­traba camionetas, un camión de volteo que iba pasando por arriba del puente y hasta un pirul longevo. “Los cables de la luz estaban cayendo y no hallaba a qué casa meterme; decidí correr a la otra esqui­na”, relata.

Junto con otras personas atrapadas en el mismo punto, Sofía fue testigo de cómo la poderosa corriente de agua se llevó a Emilia, una habitante de San Gabriel cuyo cuerpo nunca fue localizado. Mu­rieron cuatro personas más y hubo 3 mil damnificados.

Sin embargo, en San Ga­briel no llovió ese día. La corriente que afectó al mu­nicipio se debió a una gran cantidad de precipitación pluvial que cayó en otra zona cercana y, debido a la pérdi­da de masa forestal, el líqui­do no se infiltró al suelo, sino que se fue directo al río y lo desbordó.

En un comunicado del 15 de noviembre de 2019, la Procuraduría Federal de Pro­tección al Ambiente (Profe­pa) reconocía que el cambio de uso de suelo sin autorización para el establecimiento de huertas de aguacate en San Gabriel es uno de los factores con mayor impacto al eco­sistema, lo cual provoca “la merma de filtración de agua por parte de pinos y encinos, pérdida de flora y fauna lo­cal, y alteración del equilibrio ecológico”.

Otra de las razones del desbordamiento del Salsi­puedes es que, para sembrar aguacate, tres semanas an­tes empresarios provocaron incendios que consumieron más de 12 mil 177 hectáreas de bosques, según estimacio­nes de Control de Incendios Forestales del gobierno fede­ral. Comúnmente, los cultiva­dores de aguacate optan por talar bosques para tener más terreno de cultivo.

Esas condiciones de incen­dios forestales y deforesta­ción no han cambiado en San Gabriel. El último incendio se registró en abril pasado, con dos hectáreas dañadas. Sócra­tes Ruelas, fotógrafo y vecino del municipio, ha observado que de los cerros de la zona bajan camiones cargados de troncos talados. En el mis­mo punto existen cultivos de aguacate.

Incluso, dice que cuando necesita hacer tomas de bos­que, al elevar su dron sólo en la parte frontal hay pinos, el resto son aguacates.

Sofía cuenta que, tras el desastre, cada vez que se for­maban nubes negras “todos estábamos al pendiente”. Rue­las refiere que tras el desbor­damiento del río se organiza­ron cuadrillas de jóvenes para monitorear el crecimiento de la corriente y se les capacitó para dar primeros auxilios. No obstante, después de me­dio año se “relajaron las me­didas”, sobre todo porque la autoridad hizo algunas obras para evitar que el agua llegara “de golpe”.

Ya pasaron dos años, pero Sofía aún siente miedo: “Si­gue la incertidumbre si en algún momento va a bajar el agua igual. Da miedo que llueva”.

Al poco tiempo de la tra­gedia, los pobladores se organizaron para denunciar tala clandestina, pero desistieron porque a los pocos días reci­bieron amenazas de muerte. Así lo narró un habitante que, igual que otros entrevista­dos, pidió el anonimato ante la inseguridad que se vive en la zona, donde hay presencia del Cártel de Jalisco Nueva Generación. “En este país las personas que se inconforman contra algo que está mal en su comunidad terminan muertas o en la cárcel, y yo no quiero eso”, comenta.

El doctor Carlos Suá­rez, jefe del departamento de Geografía y Ordenación Territorial de la Universidad de Guadalajara (UdeG), realiza trabajo de campo sobre el cambio de uso de suelo en la región sur de Jalisco des­de hace cinco años. Recuerda que antes se cultivaba maíz, caña de azúcar, avena, alfal­fa, trigo y mostaza, que al ser de temporal permitían la in­filtración del agua y “se man­tenía el equilibrio constante del manto freático”, además de que “siempre había una cubierta vegetal” para evitar la erosión del suelo.

Sin embargo, entre 2005 y 2010, en Mazamitla, Con­cepción de Buenos Aires, Tecalitlán, Zapotlán el Gran­de, San Gabriel y Sayula, los agricultores cambiaron el cultivo tradicional por el agroindustrial, a raíz de que productores aguacateros de Michoacán comenzaron a comprarles o rentarles sus predios.

Por su parte, Ignacio To­var, presidente de la AMPF en Jalisco, afirma que toda actividad primaria afecta al sector forestal, por lo que es necesaria una proyección téc­nica que se sustente en la Ma­nifestación de Impacto Am­biental y el Estudio Técnico Justificado que deben presen­tarse ante la Semarnat. Esto ayudaría a conservar las ac­tividades y el ecosistema, no sólo en Jalisco, precisa, sino en 21 estados del país donde se están haciendo cambios de uso de suelo para producción de aguacate.